La desconfianza política en este Ejecutivo es la mejor manera de crear una democracia constructiva y exigente. La capacidad de crítica permanente es inherente a la libertad de prensa.
Agapito Maestre
Compartir
Tuitear
Enviar
Enviar
El_Erast dijo el día 14 de Abril de 2009 a las 04:53:
Contra los pobres:
Está claro que no nos gusta la pobretería. Que los pobres, hombre, pobres, pero que ya está...movimiento rápido de mano y que pase el aire. Venga, a otra cosa. Son importantes, sí, pero hombre, hay cosas más serias. No, no nos dan pena. Además tienen una peculiaridad estos pobres: la V. La V de "víctimas" que se apropian enseguida, o la de "villanos", contra todo el que les ataca. Hay una moralidad de debiluchos que no hay por qué aceptarla. Tú puedes atacar y criticar a los pobres. No, no eres un villano ni un miserable ni un maldito por hacerlo. Uno no sólo es libre de hacerlo, sino que puede tener algo más, puede tener la razón en lo que diga contra ellos.
El pobre se apropia de la moral, como ya vio el pobre Nietzsche, al que tan poco le gustaba la compasión. El pobre se apropia de la estética también, poco a poco, en la gran urbe. Y de la verdad. Lo bueno será lo que se haga por y para él. Lo malo es...que eso será lo único que se haga: la pobretería. Lo bello y lo digno será parecer pobre. La verdad siempre estará con el necesitado. Y como el necesitado, en sentido amplio, no tiene más horizonte que el suyo propio ante los ojos, resultado: un tipo de hombre reivindicativo y quejumbroso, ordinario y sin Ideales. El actual. Los objetivos de la humana esencia reducidos a la mera reivindicación: vivienda, paro, seguridad, etquétera, etquétera. Tonterías. ¿ Esto es lo que más preocupa a los españoles?. Pues a mí no. Me la refanfinfla.
Vivo con tres cuartos de una humanidad realista, sucia y negativa. Y tan baja humanidad espero, que muero porque se muera. No hombre, no. Realista porque metafísicamente es una chupacabras que succiona las vísceras de la verdad y belleza de los objetos. Negativa porque no sabe más que criticar a lo que hay con lo que su pobre capacidad aegyptophyteca de 500 cms cúbicos está capacitada para ver. Sucia por su lenguaje, cotidiano y grueso; sucia porque sucio es lo digno y sospechoso el esmalte con brillo. El estilo, el tacto, la limpieza. "Sé un guarro". Se un guarro para no levantar sospechas de inmoralidad entre la plebe. Aparenta no tener, aunque tengas, critica antes que reconocer, que reconocer es vasallaje al objeto.
Una Humanidad que mira a todo objeto o idea externa sin ver ya nada, sin creer, y no hablo de fe, en ella. "No hay ya nada verdaderamente importante". Falta de seriedad para con los objetos, falta de dependencia de lo real, falta de detección de aquello que llama, de necesidad de realidades. Un yo hecho para él mismo, es decir, para el mercado al final. Un yo simple, básico. El otro día vi a un chino, o algo así, en el metro. Leía con mirada de importancia y hasta de gravedad, diría, las noticias de su periódico #/. Al lado, en cambio, un español con un libro. Dos miradas muy distintas. Dos paisajes morales. Historias personales de la Historia milenaria colectiva que ahora se junta en un metro de Madrid. Dos niveles vitales. El español: Distancia con el objeto, "me divierto con él, pero no le creo en el fondo", no me meto dentro de él, como el chino con sus ojos fijos y entregados, que podría llegar al fanatismo diligente por la Idea. En cambio, un descreer en la mirada del español que es en parte un individualismo sano, pero que delata cierta patología vital, cierta vrdosidda y anemia de alma. Un yo que de tanto separarse de creer su circunstncia, de apropiársela, también ha uqedado vacío, un Yo en el que se anula la cosa, que muere sin gracia en sus manos, El español desinfla el objeto. Trata con ellos anémicamente, sin imaginación, sin concepto y sin valor de reconocimiento ante algo fuera de él mismo.
Falta de objeto, falta de Idea, falta de vida. Civilización vieja. Falta de mirada intensa, de decisión. De borrachera metafísica. En cambo: ironía con distancia ante las cosas. Realismo vulgar. Auge del yo pobre, a menudo ridículo, una bobada pop: cotidiano, impertienente, quejumbroso, realista, insoportablemente reivindicativo, aspirante a víctima, un yo zarrapastroso o cursi, un remake socialista transportado a su alma o un peperín incorporado, depende. "Yo" que adopta el perfil público diseñado. Mascarilla y sólo eso.
Anda ya,
A tirar de la cadena.
Quien tiene un pobre en política tiene un F-16 hoy en día. Es lo que se lleva. Tener pobres vale tanto hoy como tener misiles. " Tengo un ejército de pobres conmigo" , puede decir el político pacifista para demostrar su fuerza. Y dominará el mundo: será amado. Ahí están perfectamente ordenadas las centurias de indigentes y las legiones que apoyarán con su dolor la verdad moral del pobre hecha suya. Porque si es moral, siempre vencerá y estará por encima de los poderes terrenales. Antes eran un estorbo, hoy son el grueso de la masa estridente. La turba. No es mala la reivincicación, pero sí ques ea lo único. No poner punto a lo básico. No ir más allá.
Un pobre vale hoy en democracia por 100 guerreros de los antiguos. "Un pobre papel", claro, no en metálico, por así decirlo. Porque lo que cuenta es el discurso y conviene que el pobre se quede pobre para que así, se tengan recursos. Pero si lo que se quiere es ir contra "el pobre", cuidado, para insultar a un pobre, por ejemplo, no sólo hay que tener labia, suerte de no ser descuartizado por los "justos", hay que tener cojones contra el pueblo y....hay que tener un poquito de dinero. ja, ja. Ser un animal de lujo.
Tampoco hace falta para ello ser un megalodonte ni un chupacabras....
Contra los pobres:
Está claro que no nos gusta la pobretería. Que los pobres, hombre, pobres, pero que ya está...movimiento rápido de mano y que pase el aire. Venga, a otra cosa. Son importantes, sí, pero hombre, hay cosas más serias. No, no nos dan pena. Además tienen una peculiaridad estos pobres: la V. La V de "víctimas" que se apropian enseguida, o la de "villanos", contra todo el que les ataca. Hay una moralidad de debiluchos que no hay por qué aceptarla. Tú puedes atacar y criticar a los pobres. No, no eres un villano ni un miserable ni un maldito por hacerlo. Uno no sólo es libre de hacerlo, sino que puede tener algo más, puede tener la razón en lo que diga contra ellos.
El pobre se apropia de la moral, como ya vio el pobre Nietzsche, al que tan poco le gustaba la compasión. El pobre se apropia de la estética también, poco a poco, en la gran urbe. Y de la verdad. Lo bueno será lo que se haga por y para él. Lo malo es...que eso será lo único que se haga: la pobretería. Lo bello y lo digno será parecer pobre. La verdad siempre estará con el necesitado. Y como el necesitado, en sentido amplio, no tiene más horizonte que el suyo propio ante los ojos, resultado: un tipo de hombre reivindicativo y quejumbroso, ordinario y sin Ideales. El actual. Los objetivos de la humana esencia reducidos a la mera reivindicación: vivienda, paro, seguridad, etquétera, etquétera. Tonterías. ¿ Esto es lo que más preocupa a los españoles?. Pues a mí no. Me la refanfinfla.
Vivo con tres cuartos de una humanidad realista, sucia y negativa. Y tan baja humanidad espero, que muero porque se muera. No hombre, no. Realista porque metafísicamente es una chupacabras que succiona las vísceras de la verdad y belleza de los objetos. Negativa porque no sabe más que criticar a lo que hay con lo que su pobre capacidad aegyptophyteca de 500 cms cúbicos está capacitada para ver. Sucia por su lenguaje, cotidiano y grueso; sucia porque sucio es lo digno y sospechoso el esmalte con brillo. El estilo, el tacto, la limpieza. "Sé un guarro". Se un guarro para no levantar sospechas de inmoralidad entre la plebe. Aparenta no tener, aunque tengas, critica antes que reconocer, que reconocer es vasallaje al objeto.
Una Humanidad que mira a todo objeto o idea externa sin ver ya nada, sin creer, y no hablo de fe, en ella. "No hay ya nada verdaderamente importante". Falta de seriedad para con los objetos, falta de dependencia de lo real, falta de detección de aquello que llama, de necesidad de realidades. Un yo hecho para él mismo, es decir, para el mercado al final. Un yo simple, básico. El otro día vi a un chino, o algo así, en el metro. Leía con mirada de importancia y hasta de gravedad, diría, las noticias de su periódico #/. Al lado, en cambio, un español con un libro. Dos miradas muy distintas. Dos paisajes morales. Historias personales de la Historia milenaria colectiva que ahora se junta en un metro de Madrid. Dos niveles vitales. El español: Distancia con el objeto, "me divierto con él, pero no le creo en el fondo", no me meto dentro de él, como el chino con sus ojos fijos y entregados, que podría llegar al fanatismo diligente por la Idea. En cambio, un descreer en la mirada del español que es en parte un individualismo sano, pero que delata cierta patología vital, cierta vrdosidda y anemia de alma. Un yo que de tanto separarse de creer su circunstncia, de apropiársela, también ha uqedado vacío, un Yo en el que se anula la cosa, que muere sin gracia en sus manos, El español desinfla el objeto. Trata con ellos anémicamente, sin imaginación, sin concepto y sin valor de reconocimiento ante algo fuera de él mismo.
Falta de objeto, falta de Idea, falta de vida. Civilización vieja. Falta de mirada intensa, de decisión. De borrachera metafísica. En cambo: ironía con distancia ante las cosas. Realismo vulgar. Auge del yo pobre, a menudo ridículo, una bobada pop: cotidiano, impertienente, quejumbroso, realista, insoportablemente reivindicativo, aspirante a víctima, un yo zarrapastroso o cursi, un remake socialista transportado a su alma o un peperín incorporado, depende. "Yo" que adopta el perfil público diseñado. Mascarilla y sólo eso.
Anda ya,
A tirar de la cadena.
Quien tiene un pobre en política tiene un F-16 hoy en día. Es lo que se lleva. Tener pobres vale tanto hoy como tener misiles. " Tengo un ejército de pobres conmigo" , puede decir el político pacifista para demostrar su fuerza. Y dominará el mundo: será amado. Ahí están perfectamente ordenadas las centurias de indigentes y las legiones que apoyarán con su dolor la verdad moral del pobre hecha suya. Porque si es moral, siempre vencerá y estará por encima de los poderes terrenales. Antes eran un estorbo, hoy son el grueso de la masa estridente. La turba. No es mala la reivincicación, pero sí ques ea lo único. No poner punto a lo básico. No ir más allá.
Un pobre vale hoy en democracia por 100 guerreros de los antiguos. "Un pobre papel", claro, no en metálico, por así decirlo. Porque lo que cuenta es el discurso y conviene que el pobre se quede pobre para que así, se tengan recursos. Pero si lo que se quiere es ir contra "el pobre", cuidado, para insultar a un pobre, por ejemplo, no sólo hay que tener labia, suerte de no ser descuartizado por los "justos", hay que tener cojones contra el pueblo y....hay que tener un poquito de dinero. ja, ja. Ser un animal de lujo.
Tampoco hace falta para ello ser un megalodonte ni un chupacabras....