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Agapito Maestre

Zapatero omnipotente

Zapatero ha integrado en su Ejecutivo todo aquello que le salvaguarde de la intemperie. No ha elegido políticos de altura y hombres con criterios de Estado sino escudos contra sus oponentes. Los elegidos son esclavos.

De este Gobierno sólo me interesa Zapatero. Cada vez produce más miedo. Es poderoso. Ni siquiera Fredi el Químico conserva algo de su viejo y séptico poder sobre el jefe de Gobierno. Los antiguos y los nuevos ministros, quizá con la excepción de Chacón, son materiales de relleno. Todos son políticamente correctos. Todos conocen bien su oficio de esclavos. No saben ni hablar con elocuencia. Nada. Y es que, por desgracia, el uso de la regla de las mayorías de nuestra pobrísima democracia está terminando con las libertades de los ciudadanos, pero previamente está dilapidando las "libertades" y facultades de los políticos profesionales.

Los primeros afectados, sí, por el uso totalitario de esta ley perversa de las democracias modernas son los propios políticos. Ese grupo de profesionales del poder, que debería de tener por principal oficio determinar cuáles serán leyes de un país y, sobre todo, fijar la dirección de un Gobierno, ha desaparecido, o peor, rinde pleitesía a Zapatero. Hasta ahora, los gobiernos de Zapatero, que han sido casi una extensión del Parlamento o viceversa –para el caso es lo mismo–, jamás estuvieron sometidos a la ley de leyes, a la Constitución, incluso ésta fue modificada por vías torticeras hasta hacerla irreconocible. ¿Cómo terminará el enredo de los Estatutos de Autonomía, especialmente el de Cataluña? Seguramente nada se aclarará, excepto que la figura de Zapatero saldrá reforzada, porque una nueva presidenta del Tribunal Constitucional, Elisa Pérez Vera, ya sólo trabajará para mayor gloria del jefe de los socialistas y de un país de nacioncillas.  

Zapatero, que ostenta el dominio ilimitado de la mayoría de quienes votan en las elecciones generales, conduce a la democracia española a la supresión de las libertades. Dicho de otro modo, el Gobierno de Zapatero hace tiempo que dejó de aceptar la sumisión a principios generales de la justicia y sacralizó su mayoría para imponernos unos criterios que sólo contrasta con su conciencia, pues no creo que en su partido encuentre muchas dificultades. "Justicia" es lo que dice y hace el Gobierno, o sea, Zapatero. Quien tiene la mayoría, la mitad más uno de los votos, tiene la razón, dice Zapatero. Por lo tanto, nadie espere que el presidente del Gobierno negocie con otras fuerzas políticas y sociales medidas que pudieran paliar esa "injusticia" social que llamamos desempleo, marginación y crisis social.

El Gobierno cada vez más se interpone en nuestras actividades y, además, no se somete a la ley que él mismo se ha prescrito, porque previamente ha reducido a los "políticos profesionales" a ser meras comparsas del poderoso. La resolución, por ejemplo, de la última crisis de Gobierno produce bochorno; sí, sí, salvo la inteligencia y el criterio genuinamente político, es decir, del profesional de la política que se la juega a cada momento con sus decisiones, Zapatero ha integrado en su Ejecutivo todo aquello que le salvaguarde de la intemperie. No ha elegido políticos de altura y hombres con criterios de Estado sino escudos contra sus oponentes. Los elegidos son esclavos. Zapatero no integra a políticos genuinos sino a subalternos, a gentes que han hecho de la política, como diría Azaña, una profesión especialmente apartada de todo, pero subalterna. 

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