Qué bien van los Ministerios solos
Yo no soy nada partidario de que Rodríguez Zapatero remodele su Gabinete ("¡sólo puede quitar a cinco!", dice este periódico), porque existe el peligro de que por ejemplo donde Solbes no hace nada su sucesor se arranque a hacer algo.
Rodríguez Zapatero sólo quería una ministra de Defensa como Chacón para que el primer día saludara a las tropas embarazada. Pero una vez hecha la foto para el álbum de la agenda radical de la liberada Pepis, ya no sabía qué hacer con ella como no fuera arrojarla en las benéficas y expertas manos de Bibiana Aído, que hubiese sabido desde luego qué hacer con el embarazo de su colega de gabinete (ahora, sin embargo, pasado el tiempo, la familia de Chacón sólo podría ser competencia del doctor Montes, supongo).
Con lo cual Carme continuó en su cartera hasta hoy, no sea que el día menos pensado haya otra exclusiva gráfica que nos pueda despistar de la crisis y por no tener a los incompetentes adecuados en los puestos equivocados, el presidente del Gobierno se la pierda. El Gabinete está compuesto por esas cosas que los escritores ideamos en la euforia parda de la noche y que a la mañana siguiente, al repasarlas, siempre las mandamos abochornados a la papelera. Sólo que aquí a esas cosas no las mandamos a la papelera sino que las hacen ministros o ministras, y por no enviarlos a un puesto de más responsabilidad, por ejemplo un kiosko de palomitas o un fielato portuario de bacalaos en salazón, siguen en algo que al fin y al cabo va solo, como el país en días de fiesta. Va solo, claro, hasta que a alguien se le ocurre tomar una decisión de cualquier tipo, inevitablemente errónea. Con lo bien que van los Ministerios sin que nadie empiece a mover papeles.
Yo no soy nada partidario de que Rodríguez Zapatero remodele su Gabinete ("¡sólo puede quitar a cinco!", dice este periódico), porque existe el peligro de que por ejemplo donde Solbes no hace nada su sucesor se arranque a hacer algo o donde Chacón hace de su generosa mostración de piños el eje de su política, su recambio quiera ganarse la confianza de algún país. Y cuando al Gobierno le da por estirar las piernas ya sabemos lo que eso significa. Como poco, medio Occidente rompe relaciones diplomáticas, se anulan los vuelos trasatlánticos, se llama a consultas a nuestro embajador en la ONU, aparecen misteriosamente trabas aduaneras para la importación de pata negra a los Estados Unidos y nos aplauden Irán y el eco de las montañas de Bora-Bora. Que no toque nada el presidente del Gobierno, que es peor.
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