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Guillermo Dupuy

A favor del desalojo del PNV

Una cosa es estar a favor del desalojo del PNV –algo que sólo se puede lograr si el PP vota favorablemente la investidura de López- y, otra muy distinta, pensar que este compañero de viaje de los nacionalistas se haya caído del caballo camino de Damasco.

Una cosa es estar a favor del desalojo del PNV del Gobierno vasco –algo que sólo se puede lograr si el PP vota favorablemente la investidura de Patxi López como nuevo lehendakari– y otra muy distinta pensar que este compañero de viaje de los nacionalistas se haya caído del caballo camino de Damasco. Yo estoy a favor de lo primero, sin pensar en absoluto lo segundo. De hecho, respaldo rotundamente la elección de López como lehendakari, aun a sabiendas de que él y ZP son muy capaces de querer, con posterioridad, recomponer sus relaciones con el PNV ofreciendo a los separatistas un avance soberanista a través de un nuevo marco-jurídico político para el País Vasco. Eso, por cierto, hicieron los socialistas con CiU, tras desbancarlos del Gobierno de la Generalitat.

Lo que ocurre es que la salida del PNV de un poder que los nacionalistas han estado ostentando durante tres décadas lo considero un bien por sí mismo, por malo –que no decepcionante– que pueda ser un Ejecutivo presidido por López gracias a un inicial apoyo del PP: las redes clientelares y los intereses creados que durante tanto tiempo se han tejido entorno a la Administración del PNV son de tal envergadura que un cambio, por pequeño que sea, lo considero sumamente oxigenante.

Naturalmente no se me escapa lo ficticio de esos cambios que, como en el Gatopardo, a veces son necesarios para que todo siga igual. Sin embargo, considero que no todo puede seguir siendo exactamente igual en el Pais Vasco si se expulsa a los nacionalistas del Gobierno autonómico.

Por poco que Patxi López modifique la liberticida política lingüística que padece el País Vasco; por renuente que siga siendo a la expulsión de ANV de los ayuntamientos que aun gobierna; por escasa que sea su rectificación en el terreno educativo de cara a acabar con el adoctrinamiento nacionalista; por pocos que sean sus esfuerzos para que la Ertzaintza deje de ser una "policía de partido" y ponerla a pleno rendimiento en la lucha contra el terrorismo; por insuficiente, en definitiva, que sea la observancia del nuevo lehendakari a la hora de cumplir y hacer cumplir la legalidad y la Constitución en el País Vasco, siempre será preferible a lo que, en todos estos terrenos, se puede esperar de un Gobierno que siga en manos de los nacionalistas.

Por otra parte, un apoyo sin condiciones a la investidura de López no es incompatible con una estricta fiscalización de su Ejecutivo. Si encima luego resulta que Patxi López –que más que un camuflado nacionalista es, en el fondo, un descarado oportunista– preside un auténtico punto de inflexión de la deriva centrífuga, de deconstrucción del Estado y cesión al nacionalismo que hemos padecido en estos años, más razón todavía para apoyar sin reparos su investidura.

Soy el primero en reconocer al Foro de Ermua que la salida del PNV del Gobierno no implica per se "modificaciones profundas y trascendentales en las bases ideológicas y políticas que lo sustentan". Mas supongo que estaremos todos de acuerdo en que esa salida de los nacionalistas, no por insuficiente, deja de ser absolutamente necesaria. Y no olvidemos que lo mejor a veces es enemigo de lo bueno.

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