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Juan Carlos Girauta

Ahora a por el cine

Viven de nosotros, malgastan nuestros recursos, nos aleccionan, construyen su realidad virtual y trabajan para que desaparezca cualquier resistencia a su verdadera aspiración: gobernar todas y cada una de las facetas de nuestra vida.

Si la demanda de cine doblado o subtitulado en catalán ascendiera a la mitad de los espectadores catalanes, ya existiría la oferta que la conselleria de Cultura, en manos independentistas, se dispone a crear artificialmente. Lo mismo sucedería si los demandantes fueran el setenta por ciento, o el treinta: la oferta se ajustaría. Pero las cosas son como son (algo casi imposible de entender para un nacionalista), y, a pesar de la inmersión, las multas y demás discriminaciones positivas, la situación es la que describe en El Mundo quien mejor conoce el asunto, la gerente del Gremio de Empresarios de Cine de Cataluña, Pilar Sierra: "Si pones la misma película en catalán y en castellano en el mismo multicine, la gente entra masivamente a ver la copia en castellano". Todos lo sabemos.

Dejando aparte las cuestiones que suscita esta verdad (entre otras, ¿a qué aula del mismo colegio bilingüe acudirían masivamente los escolares catalanes si pudieran escoger libremente la lengua en que aprenden matemáticas?), hasta los defensores de la nueva ley catalana del cine reconocerán que su objetivo es alterar la demanda a través de la oferta. Otra vuelta de tuerca intervencionista. Ingeniería social, modelación de una sociedad avanzada según agarrotados patrones ideológicos de una minoría iluminada y conocedora de lo que nos conviene a todos.

La locura va más allá. Se prevé implantar en Cataluña una red pública de salas de cine. Bien mirado, es lógico: todo seguirá como hasta ahora, con las salas existentes proyectando sus copias en castellano, y además habrá varias decenas de salas nuevas casi vacías cubriendo la cuota obligatoria del 50%. Así será si el mundo sigue girando en Cataluña al margen de su clase política. Viven de nosotros, malgastan nuestros recursos, nos aleccionan, construyen su realidad virtual y trabajan para que desaparezca cualquier resistencia a su verdadera aspiración: gobernar todas y cada una de las facetas de nuestra vida, incluidos el ocio y la intimidad. Los sentimientos más básicos los vienen invadiendo y explotando de antiguo. Ahora se van a poner más sofisticados. ¡Y todavía dicen que se puede ser nacionalista y liberal!

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