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Agapito Maestre

Cuestión de método

El resultado de las urnas es inapelable: No puede haber Gobierno socialista sin el apoyo de los populares y viceversa. ¿Viceversa? Sí, sí, el apoyo popular obtiene recompensas concretas y visibles a la hora de gestionar el poder.

Porque el asunto político vasco afectará a toda España, será menester que el método de negociación entre el PSOE y el PP sea aceptado, desde el principio hasta el final, por las dos partes sin ninguna objeción. Primero se pacta y después se entregan los votos. Primero se negocia el poder y después vamos a la investidura. Lo contrario es negar el noble arte de la política. De la democracia. El problema, sin embargo, es que el PP parece que ya ha renunciado a ese método elemental de negociación política. Se queja de que el PSOE lo trata como un partido de apestados, pero le entrega su mayor capital político a cambio de no se sabe muy bien qué... Quizá a cambio de que lo dejen sobrevivir.

Poco es, incluso como táctica, lo exigido en un primer momento por el PP. Da todo, o sea, sus votos a cambio únicamente de sacar del poder al nacionalismo. Ya hablarán más tarde, dicen ingenuamente los populares, de las garantías que les ofrecen los socialistas para fiarse de ellos. El PP utiliza palabras y expresiones retóricas, pero detrás, ojalá me equivoque en mi diagnóstico, sólo hay debilidad política y argumentativa. Ofrece su apoyo al PSOE, dicen los populares, por "generosidad", "altura de miras y circunstancias", en fin, por ética, pero no aspiran ni a compartir ni a tener poder en el Gobierno socialista. ¡Qué raro! Renuncian al poder conseguido democráticamente sólo por una cuestión de "patriotismo". ¡Qué extraño!

Así las cosas, muchos de sus votantes se preguntarán: ¿A qué aspiran estas almas bellas? ¿Qué diferencia hay entre haber votado al PP y al PSOE? ¿Quizá en las próximas elecciones los simpatizantes del PP votarán directamente al PSOE toda vez que los populares renuncian a compartir el poder con los socialistas? Es obvio que las declaraciones de los populares no resisten un mínimo análisis político. Son desiderata sin contenido verdaderamente político, o peor, son ejercicios retóricos con límites precisos. Y esos límites, nadie lo dude, son inmediatamente percibidos por los electores de esta fuerza política, que parece preferir sacrificar a sus votantes antes que enfrentarse a la realidad del resultado electoral.

Pero la realidad, por desgracia para los melifluos dirigentes del PP, es terca y se asume o te arrastra. El resultado de las urnas es inapelable: No puede haber Gobierno socialista sin el apoyo de los populares y viceversa. ¿Viceversa? Sí, sí, el apoyo popular obtiene recompensas concretas y visibles a la hora de gestionar el poder o se torna evanescente. Melancólico. Nada.

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