Cuando se carece de argumentos para defender una determinada postura en lo tocante a la lucha contra el terrorismo y sus cómplices, o cuando los argumentos que se esgrimen no son lo suficientemente consistentes, se necesita algo que pueda ser utilizado como escudo para protegerse de las críticas y para no tener que mirar a la realidad cara a cara.
Ese escudo es la palabra "unidad", palabra que sustituye al denominado "proceso de paz". Ambas son términos que tienen un significado inherentemente positivo. Lapalabra paz ha servido durante estos años, bajo el proceso de rendición ante la banda terrorista ETA, para que los que estaban dispuestos a embarcarse en ese proceso utilizaran nuestra negativa a aceptarlo como arma arrojadiza. Gracias a esa manipulación del lenguaje, llegaron a sostener que las víctimas del terrorismo o los ciudadanos que las apoyaban no querían la paz, e incluso que lo que pretendían es que se siguiera matando.
Hoy, después de muchos esfuerzos para desenmascarar la falacia del proceso de paz, se ha iniciado una campaña que, bajo la palabra Unidad, pretende desactivar cualquier iniciativa que pudiera ser un obstáculo a las políticas antiterroristas gestionadas de forma oculta por José Luis Rodríguez Zapatero.
La primera vez que pudimos ver el resultado de la puesta en escena de esta estrategia fue después del asesinato de dos guardias civiles en Francia en diciembre del 2007. En esa línea fueron la mayoría de los titulares que pudimos leer después del atentado:
- "Los grupos parlamentarios se unen y convocan una concentración para el martes en Madrid"
- "Madrid acoge la primera concentración unitaria contra ETA de la legislatura"
- "Concentración unitaria sin eco popular y con llamada a apoyar al Gobierno para vencer a ETA"
- "Varios miles de personas piden unidad y apoyan al Gobierno para derrotar a ETA"
Sólo con revisar la hemeroteca se puede ver que la mayoría de los medios hacían mención a la palabra unidad, una unidad que tan sólo unos días antes era rechazada de plano por el Gobierno y sus comparsas cuando, desde la AVT, convocamos una gran manifestación en Madrid para pedir que se expulsase a ETA de las instituciones y se revocase la resolución del Parlamento para negociar con ETA.
La AVT no cayó en la trampa dialéctica, pues sabíamos que detrás de esa unidad seguía habiendo un Gobierno que miraba a otro lado, mientras los pro etarras se afianzaban en las instituciones y que no quería revocar la citada resolución de negociación con la banda terrorista.
Fruto de la firmeza y acertada decisión de la AVT, aquella pantomima acabó en un fracaso. A pesar de que todos los partidos políticos de la cámara alta se posicionaron al lado de Zapatero; a pesar de que los sindicatos y la patronal apoyaron la concentración; a pesar de que también lo hicieron las organizaciones y pequeños colectivos de víctimas recientemente creados, bajo el amparo de Peces Barba, la ciudadanía no cayó en la trampa y la convocatoria "unitaria" resultó un completo fracaso.
Pues bien: aquello fue el principio de una campaña orquestada que ha llegado hasta nuestros días y que va continuar, porque este Gobierno necesita la "unidad". Necesita la unidad de todos para que nadie le exija que expulsen a los terroristas de las instituciones, para que nadie le exija que revoque la resolución parlamentaria de negociación con ETA, para que pueda desactivar la rebelión cívica y de esa forma facilitar una nueva negociación en el futuro, que se llevará a cabo con la mas absoluta falta de transparencia.
Esa unidad es la que en los años 80 y 90 estaba instaurada en España: no había diferencias entre colectivos y asociaciones, no había declaraciones contradictorias de las víctimas... ¡Qué felicidad! ¡Todas las víctimas del terrorismo estaban unidas! Qué afortunados fueron aquellos Gobiernos, pues bajo esa unidad pudieron llevar a cabo negociaciones y cesiones a ETA, mientras que se cubría el expediente con una nota de prensa como coartada. Y así, los que dicen practicar el noble y respetable oficio del periodismo, pero pervirtiendo el mismo al estar al servicio del poder, no tenían que recriminar nada a las víctimas porque todas estaban unidas: unidas en el silencio, unidas en la resignación y en el miedo, unidas en la indiferencia de una sociedad a la que sistemáticamente se incitaba a desentenderse de la lucha contra el terrorismo.
Llegados a este punto, viendo por donde van las estrategias actuales del Gobierno de ZP y los esfuerzos desplegados para desactivar la rebelión cívica, yo no quiero esa falsa "unidad", al igual que no quiero ese falso proceso de paz. No quiero unidad para mirar a otro lado mientras me aplauden y puedo obtener el indulto mediático de quienes, durante estos años, han llevado una campaña infame contra las víctimas del terrorismo, utilizando sus medios de "comunicación" serviles al poder establecido.
La pregunta no es si queremos unidad, sino para qué va a emplearse esa unidad. Porque si se desea esa unidad para hacerle el juego a quienes ni buscan toda la verdad del 11-M, ni se arrepienten de la traición y persecución a las víctimas del terrorismo que no estuvimos dispuestas a vendernos, conmigo que no cuenten.
La única unidad que yo deseo es la de todos los españoles en busca de la derrota incondicional de ETA. Y de quienes la apoyan. Todo lo demás sobra.