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Carlos Semprún Maura

La semana de la bondad

A la burocracia estatal gala le encantan las complicaciones, el papeleo, la multiplicación de formularios... que justifican su existencia pletórica y permiten todos los abusos.

En Guadalupe, el entierro del sindicalista Jacques Bino, asesinado por los "suyos" (las balas que lo mataron provenían de una barricada en la carretera ocupadas por sindicalistas huelguistas) ha dado lugar a un derroche de demagogia este pasado fin de semana. Volaron a la isla José Bové, Olivier Besancenot y Ségolène Royal, entre otros. Desde el punto de vista mediático, el "oscar" se lo llevó Royal; a Bové yo no le vi por ninguna parte y a Besancenot, sólo unos breves momentos en el aeropuerto mientras declaraba ante las cámaras que "venía a aprender cómo se organizan huelgas tan magníficas". Ségolène Royal, ella, habló por los codos para no decir nada, como de costumbre. Bueno, sí, dijo que exigía para los niños de las colonias francesas un porvenir feliz (no dijo "colonias", sino "departamentos franceses de ultramar"). ¡Toma! Yo también. Pero nadie se refirió al trágico error, o al ajuste de cuentas (no se sabe), que se cobró la vida de ese sindicalista. Se acusó, de manera muy noble, a la colonización, a la explotación, a la represión y a la esclavitud. Algunos, durante el sepelio, lanzaron gritos de "Jacques, te vengaremos". ¿Cómo? ¿Matando a otros sindicalistas o proclamando la abolición de la esclavitud?

La semana pasada fue la de la bondad para Nicolás Sarkozy: recibió en el Elíseo a los partennaires sociaux, sindicatos y patronal, y al día siguiente a representantes de la Guadalupe. A todos dijo que sí, y que sí a todo. Laurence Parisot, la presidenta de la patronal Medef, consideró que la reunión fue cosa de locos, una cacofonía. "¿Quién va a pagar?", se preguntó públicamente. Los sindicatos, claro, consideran que las promesas son insuficientes y mantienen sus consignas de "grandes jornadas de protesta". En cuanto a la Guadalupe, lo mismo: hay que aumentar los salarios y bajar los precios, prometió Sarkozy. Mientras tanto, la huelga sigue. Para un observador aburrido, como yo, es cierto que los proyectos y reformas de Sarkozy resultan confusos y de poco monte; una limosnita por aquí, nuevas subvenciones por allá, disminución de los impuestos por aquí, aumento de las Allocations familiales por allá, y por ningún lado se ve coherencia y una visión de conjunto. Recordemos que en Francia el 50% de los ciudadanos no pagan el impuesto sobre la renta. La primera reforma sensata de la que se habla desde hace decenios, sin resultado, sería que los pagara el 100%, pero poco, un 10% por ejemplo. Pero a la burocracia estatal gala le encantan las complicaciones, el papeleo, la multiplicación de formularios... que justifican su existencia pletórica y permiten todos los abusos.

En Berlín, varios países de la Unión Europea se reunieron ayer para condenar a los "paraísos fiscales" y de paso "refundar", "moralizar", y "controlar" el capitalismo. Han hecho el ridículo, una vez más.

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