La chavización de España
El Gobierno de Zapatero está utilizando cada vez con mayor descaro todos los instrumentos del Estado para intentar criminalizar al Partido Popular en su conjunto, algo que recuerda a las prácticas dictatoriales utilizadas por el coronel Chávez para liquid
La España de Zapatero se parece por desgracia cada vez más a la Venezuela de Chávez. No es por tanto extraño que ante la detención y expulsión de Venezuela del europarlamentario español Luis Herrero la pasada semana por atreverse a criticar al autócrata de Caracas, el PSOE español se pusiera del lado del régimen bolivariano en vez de apoyar a un representante democrático europeo. El Gobierno de Zapatero no es sólo el más firme aliado europeo de Hugo Chávez en Europa, sino uno de los principales proveedores de armas para la revolución bolivariana, a la que vendemos buques de guerra, una revolución que pretende además expandirse por todo el hemisferio suramericano. Es más, Zapatero se refleja cada vez con mayor nitidez en el espejo del régimen de Chávez como modelo para su política en España.
El primer rasgo común de ambos es la persecución de la oposición democrática. El Gobierno de Zapatero está utilizando cada vez con mayor descaro todos los instrumentos del Estado para intentar criminalizar al Partido Popular en su conjunto, algo que recuerda a las prácticas dictatoriales utilizadas por el coronel Chávez para liquidar a su propia oposición. La cercanía del PSOE a aquellos movimientos izquierdistas que se dedican a boicotear actos del PP y su propensión a no condenar las agresiones violentas cuando son realizadas contra la oposición, alientan un clima de creciente hostilidad social contra sus adversarios políticos.
Un segundo rasgo en común es su voluntad de dinamitar el Estado de Derecho y lograr un poder absoluto. No es ningún secreto que Zapatero ha buscado desde su llegada al poder someter al Poder Judicial a su control político, modificando a la mayor urgencia cualquier legislación que permitiera un margen de independencia. La última expresión de este conflicto entre el Gobierno y el Poder Judicial ha sido la inédita huelga de jueces del pasado miércoles. La división de poderes, fundamento de todo sistema democrático, es cada vez más débil en la España de Zapatero y ha desaparecido por completo en la Venezuela de Chávez.
Emerge también un creciente autoritarismo de izquierda en ambos países. Ejemplos de ese creciente autoritarismo en la España de Zapatero serían las redadas indiscriminadas de extranjeros ordenadas por el ministerio del Interior, el recorte de las libertades sindicales en el seno de la policía o la obligatoriedad de una formación ideológica y moral en las escuelas.
En economía ambos comparten una vocación profundamente intervencionista y un afán por el control político de todos los sectores productivos. La pertenencia de España a la Unión Europea reduce sin duda el margen de maniobra en el caso español, pero la voluntad de Zapatero por interferir en las empresas privadas quedó en evidencia en el caso de Endesa, hoy finalmente en manos del estado italiano, o en el frustrado intento de asalto al BBVA. La actual crisis económica abre además nuevas posibilidades al Gobierno para intervenir en la economía, especialmente en el sector bancario, donde el Gobierno dice estar perdiendo la paciencia. Todo ello aderezado en ambos casos por una creciente utilización del gasto público para generar clientelismo político.
También en política exterior hay sustanciales coincidencias entre Zapatero y Chávez. El régimen venezolano es el principal aliado de la Cuba castrista en America Latina y Zapatero es el principal defensor de la dictadura cubana en Europa. Chávez fue el líder sudamericano que más contundentemente condenó a Israel por su reciente intervención en Gaza y Zapatero fue el líder europeo que se mostró más abiertamente antiisraelí. Ambos fueron también dos líderes destacados del movimiento antiamericano tras la guerra de Irak.
Hay sin duda más rasgos comunes entre chavismo y zapaterismo de los aquí comentados, pero los casos mencionados son suficientes para demostrar ese creciente paralelismo entre el régimen bolivariano y el proyecto de cambio radical que Zapatero quiere para España. Es cierto que el caso venezolano se encuentra en un estado mucho más avanzado de involución democrática, pero las últimas señales lanzadas por Zapatero parecen seguir la estela del chavismo de forma cada vez más preocupante.
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