La operación frustrada de ZP
El daño que está haciendo Bermejo al PSOE no se refiere tanto al descenso electoral que pueda sufrir o a la creación de desafección política en los procesos electorales inmediatos como a poner en evidencia la estrategia totalitaria socialista.
La estrategia de los socialistas de dejar fuera del tablero político a la oposición está cuestionada. La prueba es que el PP de Galicia, a pesar de la tibieza de sus líderes a la hora de defender un proyecto nacional español, roza la mayoría absoluta, según todas las encuestas electorales. La estudiada táctica de Zapatero de estigmatizar al PP por corrupto y derechista ha sufrido un contratiempo importante. La gente habla más de las corrupciones y cacerías socialistas que de los enriquecimientos ilícitos de algunos personajes del entorno del PP. Tampoco el cinismo destructor de Zapatero aconsejando al PP que arregle sus problemas internos, especialmente el asunto del liderazgo del partido, ha salido bien parado, porque ni Rajoy, ni Esperanza Aguirre, ni Ruiz Gallardón y menos aún Francisco Camps están hoy más cuestionados que hace un mes.
En verdad, el PP no tiene hoy más problemas que los que viene arrastrando desde el pasado. El presidente del Gobierno sabe perfectamente todo eso. Tiene conciencia clara de que todos sus esfuerzos por rodear al PP en un cordón sanitario, como si se tratara de un partido apestado que no sirve ni como comparsa de su proyecto populista, han fracasado, al menos, para estos procesos electorales que siguen estando muy abiertos. Además, Rodríguez Zapatero tiene localizado al principal causante de ese fiasco, porque este hombre es cualquier cosa salvo un idiota político. Como muchos otros sabios de su partido, sabe perfectamente que Fernández Bermejo ha roto la dinámica totalitaria del PSOE. Las miserables causas del cazador de Quintos de Mora son tan graves y deleznables, tan patéticas y ridículas, que ocultan todo lo malo que el PSOE pretendía atribuir al PP.
El daño que está haciendo este ministro de Justicia al PSOE no se refiere tanto al descenso electoral que pueda sufrir este partido o a la creación de desafección política en los procesos electorales inmediatos como a poner en evidencia la estrategia totalitaria socialista. Los destrozos de Fernández Bermejo dentro de la acción socialista podrían resumirse en uno que afecta de modo directo a su jefe político, a saber, cada día que pasa este hombre en el Gobierno cala en el común de los ciudadanos que Rodríguez Zapatero, sí, sí, el jefe del Gobierno, más que dedicarse a gobernar se concentra en perseguir a la oposición para mantenerse en el poder. Eso tiene que ser muy duro para quien basa su existencia en ocultar, precisamente, su principal estro político: perseguir a la oposición hasta su exterminio.
La ocultación de las tentaciones totalitarias de Rodríguez Zapatero a través de un neopopulismo tercermundista ha quedado descubierta con las aventuras de Fernández Bermejo. El protagonista de esta película no está dejando en segundo lugar al director, como creen algunos ingenuos analistas, sino que está revelando las miserias de su dirección. Y, sin embargo, Rodríguez Zapatero no hará nada contra Fernández Bermejo. Quedarse quieto será decisivo. Destituir ahora al ministro cazador sería un suicidio político, pero Rodríguez Zapatero es cualquier cosa, excepto un suicida. Es un superviviente político, que busca su salvación en el País Vasco.
¿Y Rajoy dónde busca su salvación? Obvia es la respuesta. Galicia es todo para él. ¡Ha llegado a dar hasta cuatro mítines en un día!
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