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Rangers de Texas en Hernani

Resulta muy significativo que ETA considere que los valores que transmite "Texas Ranger" son perniciosos para la sociedad vasca: la convicción de que el terrorista y el criminal representan al mal, y la democracia y las fuerzas que lo defienden, el bien.

La banda terrorista ETA, a través de determinados documentos y de su terminal mediática, Gara, ha mostrado su preocupación por la emisión en Euskal Televista (ETB) de la serie "Walter Texas Ranger", protagonizada por el actor Chuck Norris. El asunto no deja de ser trivial y ridículo, pero pone de manifiesto algunas de las patologías etarras que han terminado por extenderse por la sociedad vasca.

En primer lugar, los etarras –como los nacionalistas en general– saben que el control de la cultura es fundamental para la construcción de una nación. Cada serie de televisión o de dibujos animados, cada concierto de música o cada obra de teatro, tienen un significado ideológico que todo nacionalista –violento o no–, busca obsesivamente controlar. Cuanto más radical es el nacionalismo, más obsesivamente escruta cada programa televisivo, cada exposición, cada evento cultural. ETA considera que algunas series transmiten valores inadmisibles para preservar la "pureza" vasca (defensa de la democracia, americanismo, liberalismo, lucha contra el terrorismo etc.) y por tanto carece de sentido emitirlas.

En segundo lugar, la anécdota muestra la obsesión de la banda por controlar qué ven y qué no ven los ciudadanos vascos. Que esté alejada del poder político en Vitoria, que viva en la semiclandestinidad, no significa que la banda no lo vigile. Resulta significativo que, con la situación delicada que vive ETA, no pierda de vista lo que se publica en los medios de comunicación y en la televisión pública vasca. Vigila a los medios, lo hace a conciencia y a veces, a través de Gara, lo hace saber.

En tercer lugar, ETA ambiciona hacer efectiva esta obsesión. Ha buscado desde siempre influir, persuadir o disuadir a los medios de comunicación vascos. Sea directamente con la amenaza criminal, con la colocación de bombas –como la reciente contra la sede de ETB–, o sea mediante los instrumentos indirectos; presión de LAB en los comités, control parlamentario... ETA no quiere quedarse fuera del juego mediático, que es consustancial a la actividad terrorista. Su fijación con algunos contenidos televisivos esconde su obsesión por controlarlos.

Por supuesto, resulta muy significativo que ETA considere que los valores que transmite "Texas Ranger" son perniciosos para la sociedad vasca. Valores sencillos y poco elaborados, pero que precisamente por eso constituyen algo que la banda considera peligroso: la convicción de que el terrorista y el criminal representan al mal, y la democracia y las fuerzas que lo defienden, el bien. Lo cual es también válido para el País Vasco, y que se encarna en tres principios fundamentales de la lucha antiterrorista, que son todo lo reales que deben ser.

En primer lugar, la lucha policial sin cuartel contra todo el entramado etarra. A los terroristas, también en el País Vasco, se les persigue, se les detiene y se les pone frente a la justicia. No hay excepción a esto, y las Fuerzas de Seguridad usan todos los instrumentos que el Estado de Derecho pone a su disposición para defender la libertad y la democracia de los vascos. A los terroristas sólo les queda la rendición, y en caso contrario serán detenidos y puestos fuera de circulación mediante el uso de la fuerza.

En segundo lugar, al terrorismo se le vence con unos tribunales de justicia eficaces, coordinados con las fuerzas de seguridad y que proporcionan el amparo legal a la lucha contra ETA. Las Fuerzas de Seguridad sólo son efectivas si existe un Estado de Derecho fiable detrás. No hay que ser Chuck Norris para comprender que los apaños legales durante los pactos de ZP con ETA, defendidos por Rubalcaba, Bermejo o Conde Pumpido constituyen una aberración intolerable en la lucha de la democracia contra el terror.

En tercer lugar, un marco político y social donde el terrorista esté deslegitimado, donde su actividad criminal esté mal vista social y políticamente. La derrota del crimen se produce desde la convicción unánime de que la democracia parlamentaria es superior a los experimentos violentos y totalitarios. La unanimidad de los partidos democráticos contra los enemigos de la libertad deja a estos socialmente aislados, sin capacidad de reacción y contra las cuerdas.

Por todo lo anterior, no nos extraña la preocupación del entramado etarra por la emisión de la dichosa serie en la televisión pública del País Vasco. No hace falta que los televisivos Rangers de Texas se paseen por Hernani deteniendo etarras, porque son los valores que esa y otras series representan, los que constituyen el peor enemigo de la banda. Valores que parten de un principio: una democracia constitucional es superior moral y cívicamente a cualquier engendro totalitario de corte nacionalista, y lo lógico y normal es que lo combata con las armas de la ley. Las que hoy representan la Policía Nacional y la Guardia Civil, que sí que son la obsesión real de la banda en nuestros días. Y que siga siéndolo.

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