Hoy más que nunca el movimiento objetor es necesario. Digo más, es imprescindible. Y no sólo porque sea un muro de contención al nuevo totalitarismo que decididamente se abre camino en España.
Carlos Jariod
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doiraje dijo el día 22 de Febrero de 2009 a las 00:21:
Excelente tu artículo y excelente tu análisis de las sentencias. En la práctica y en el fondo el TS ha dado razón en lo fundamental al Gobierno. Aparte de la peculiar distinción que realiza entre morales pública y privadas, cuyos criterios no explicita, por lo cual es imposible determinar cuáles sean los contenidos de una y otras, reconoce sin embargo a efectos prácticos que EpC es moralmente apta para ser enseñada como asignatura por el Estado. Es decir, que el TS identifica los contenidos de EpC con la moral pública. Esto es sencillamente aterrador.
Por otra parte, ya fuera de la sentencia, se halla la ofensiva en paralelo, pero perfectamente coordinada, de la ONU y de la CE para redefinir la Carta de los Derechos Humanos fundamentales, para que ya no quede ninguna duda de cuál es la moral pública universal que los Estados de todo el planeta han de asumir como propios. Así, el aborto libre, la eutanasia, el matrimonio homosexual y la adopción de hijos por éstos, en un futuro inmediato la clonación (también libre, sin distinciones entre terapéutica o no), y todo lo que la nueva \"racionalidad\" humana sin Dios decida qué es el hombre y lo que le corresponde como tal.
Lo dicho, aterrador. En efecto, la caza del cristiano o, simplemente, de aquel que disienta de esta visión infame, queda abierta. Vamos hacia una nueva forma de nazismo moral y antropológico sin precedentes. El planeta entero podrá ser a partir de poco tiempo un gigantesco campo de concentración para las conciencias.
Excelente tu artículo y excelente tu análisis de las sentencias. En la práctica y en el fondo el TS ha dado razón en lo fundamental al Gobierno. Aparte de la peculiar distinción que realiza entre morales pública y privadas, cuyos criterios no explicita, por lo cual es imposible determinar cuáles sean los contenidos de una y otras, reconoce sin embargo a efectos prácticos que EpC es moralmente apta para ser enseñada como asignatura por el Estado. Es decir, que el TS identifica los contenidos de EpC con la moral pública. Esto es sencillamente aterrador.
Por otra parte, ya fuera de la sentencia, se halla la ofensiva en paralelo, pero perfectamente coordinada, de la ONU y de la CE para redefinir la Carta de los Derechos Humanos fundamentales, para que ya no quede ninguna duda de cuál es la moral pública universal que los Estados de todo el planeta han de asumir como propios. Así, el aborto libre, la eutanasia, el matrimonio homosexual y la adopción de hijos por éstos, en un futuro inmediato la clonación (también libre, sin distinciones entre terapéutica o no), y todo lo que la nueva \"racionalidad\" humana sin Dios decida qué es el hombre y lo que le corresponde como tal.
Lo dicho, aterrador. En efecto, la caza del cristiano o, simplemente, de aquel que disienta de esta visión infame, queda abierta. Vamos hacia una nueva forma de nazismo moral y antropológico sin precedentes. El planeta entero podrá ser a partir de poco tiempo un gigantesco campo de concentración para las conciencias.