La culpa fue del interné
Le voy a regalar un consejo: en lugar de buscar modelos de ingresos que pasen por apropiarse por la fuerza del dinero de los consumidores, en lugar de insultar al que podría ser su público llamándole pirata, prueben a hacer películas que interesen.
Lo ha dicho la presidenta de la prestigiosa Academia de Cine de este país, así que debe ser verdad. "Tenemos que seguir peleando para que las descargas ilegales no nos hagan desaparecer", dice Ángeles González-Sinde.
En realidad, a quien hacen desaparecer las descargas "ilegales" no es al cine, sino a los videoclubs. Las descargas se ven en casa y son una forma de ocio diferente a salir a ver la película en una sala. Los videoclubs, mucho más prácticos y baratos que las salas de cine, no acabaron con ellas, como no acabó la televisión que ofrece películas gratuitas. Este año el número de espectadores de cine español ha bajado un 15%, lo mismo que ha sucedido con el cine estadounidense. Pero este dato probablemente tenga más que ver con la crisis que con las descargas.
La señora presidenta debería mirar las cifras de taquilla de 2006, que fue cuando el cine español pasó de estar en torno a los 20 millones de espectadores a descender hasta los 15. ¿Fue el año en el que todo el mundo se puso a descargar películas españolas con fruición? ¿O fue el año en el que se aprobó la Ley de Propiedad Intelectual que establecía el canon digital?
Verá, señora presidenta, resulta que nosotros les pagamos a ustedes cientos de millones de euros para que hagan cine. No porque tengamos especial interés, sino porque el Gobierno nos lo quita de nuestra nómina para dárselo a ustedes. Comprenderá que a mucha gente, con sueldos escuetos, no le siente muy bien que parte del dinero que le retienen cada mes vaya destinado a que Alex de la Iglesia, que puede permitirse vivir en un chalet de una de las urbanizaciones más lujosas de Madrid, haga una película como Los Crímenes de Oxford, española por los cuatro costados.
Pero además, como esa cantidad de millones no les es suficiente, han aprobado una recaudación adicional por la que cada vez que uno graba en un CD las fotos de sus vacaciones, o compra un disco duro, ustedes se llevan un pellizco. 25 millones de euros han levantado por este procedimiento en el último año. De modo que no es extraño que haya quien piense que si ya que ha pagado dos veces por una película no tiene mucho sentido pagar una tercera vez comprando una entrada y se considere con derecho a bajarla de internet.
Eso si es que tiene interés en bajarla. Porque según los responsables de las web de enlaces a redes P2P, las películas españolas suponen un porcentaje ínfimo de las descargas. O sea, que ni gratis queremos verlas.
Como uno es de natural generoso, le voy a regalar (gratis) un consejo: en lugar de buscar modelos de ingresos que pasen por apropiarse por la fuerza del dinero de los consumidores, en lugar de insultar al que podría ser su público llamándole pirata, prueben a hacer películas que interesen. Le parecerá sorprendente, pero le aseguro que hay otros temas además de la Guerra Civil o los problemas de jóvenes holgazanes treintañeros. Y ya puestos, procuren no ofender a los católicos o a los que tienen otras ideas políticas. Al menos, mientras sean más de diez millones de personas las que pueden sentirse poco motivadas para pagar dinero a cambio de que les maltraten.
Quién sabe, a lo mejor descubren que atender a lo que pide el mercado y tratar bien a los clientes es el secreto para ganar dinero en cualquier negocio.
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