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Agapito Maestre

Anticlericalismo y totalitarismo

Nadie puede trivializar el ataque del socialismo a la Iglesia Católica. Detrás de esas críticas no ha habido otro afán que atacar una de las principales libertades de toda democracia avanzada, a saber, la libertad religiosa de los ciudadanos.

La portavoz del grupo parlamentario del PP, la señora Sáenz de Santamaría, ha sido sorprendida, según sus palabras, por la formación jurídica del secretario de Estado del Vaticano. Curioso. Esa declaración realmente delata todo el conocimiento, o mejor, la escasa sabiduría de esta persona sobre una de las diplomacias más serias e inteligentes de la historia de la humanidad. ¡Cómo puede sentir sorpresa un político culto de que el secretario de Estado del Vaticano sea un hombre sólido en su formación y juicio, especialmente referido a los derechos humanos! ¿Qué esperaría esta mujer del segundo hombre más importante del Estado del Vaticano? ¿No habrá confundido esta señora la pequeñez territorial de este Estado con su grandeza simbólica? Lo siento, pero tengo que reconocer que la sorpresa de esta señora, otra vez, me ha dejado estupefacto.

¿Quizá la portavoz del PP esperaba una conferencia propia de un integrista religioso, sí, algo parecido a esa imagen deformada que pinta Zapatero y su gente de los obispos españoles? Esos, señora mía, hoy por hoy, no existen nada más que en la mente totalitaria del socialismo gobernante, que ha sustituido su vieja ideología "internacionalista" y proletaria por el ataque revolucionario al hombre libre promocionado por el cristianismo. No, no, amigos, no crean que hago una simple apreciación exagerada de la política de persecución, naturalmente ideológica, al ciudadano cristiano llevada a cabo en el último quinquenio por el PSOE y sus ideólogos. Es la quintaesencia de la ideología de Zapatero.

En verdad, el anticlericalismo, o mejor, la confiscación de los ideales-fuerzas del catolicismo ha sido el objetivo principal del Gobierno de Zapatero. He ahí la primera y quizá principal conclusión de cualquier cronista limpio de la vida política española. Sin embargo, la señora Sáenz de Santamaría, lejos de constatar esta obviedad y criticar un día sí y otro también al Gobierno por acosar al ciudadano cristiano, dice que se siente sorprendida de lo que sabe sobre derecho internacional el señor Bertone. Terrible. Pero si esta señora se sorprende de la sabiduría jurídica y democrática de un cristiano, sospecho que aún se sorprendería más cuando alguien le explique que el cristianismo, por suerte para el mundo occidental, es la única religión que sigue teniendo claro que el mundo natural y sobrenatural, el cielo y la tierra, son ámbitos separados. Más aún, el Dios cristiano "obliga" al ser humano a ser libre. La libertad, sí, del cristiano no es un bien privativo sino universal. La libertad, sí, es universal –para todos– o no es.

Resulta descorazonador que alguien con tan poca convicción democrática sea capaz de enfrentarse al Gobierno más "totalitario" que ha dado esta sedicente democracia. Sólo, pues, me queda repetir, repetir y repetir lo que vimos a los pocos meses de la llegada de Zapatero al poder. Vamos a ello. Excepto los majaderos, nadie puede trivializar el ataque del socialismo a la Iglesia Católica. Detrás de esas críticas no ha habido otro afán que atacar una de las principales libertades de toda democracia avanzada, a saber, la libertad religiosa de los ciudadanos. Quien no se haya percatado del ataque a la libertad religiosa iniciado por este Gobierno para legitimarse en el poder es que no entiende nada de política. Los impostores decían que no se pasaría de las palabras. Eso era y es lo grave. Las palabras, los discursos más o menos elementales son todo para quien ni es capaz de poner eso en una ley, ni tampoco es apto para llevar a cabo una acción política que consiga vincular a diversos agentes y actores de la vida pública sobre la religión en España. Pero después de cuatro años en el poder, ya ha llegado la hora de pasarlo al papel. A la ley. Ese el objetivo de esta legislatura. Y el PP pasando del asunto.

La primera legislatura de Zapatero representó un socialismo de algarada, porque no tenía otra concepción política que no fuera el anticlericalismo. Incluso abandonaron la consigna que legitimó a los gobiernos de González: "El socialismo democrático". La involución del socialismo de Zapatero es ya una obviedad. El PSOE sólo quiere una lucha en el terreno de la mera ideología, algunos dirán de la mentira, anticlerical. El anticlericalismo, la forma más elemental de incultura, lo dominó todo. Los nuevos socialistas no quieren ir más allá de la descalificación nominalista. Intuyen que tendrían que guardar silencio, si el debate fuera planteado en unas coordenadas un poco más complejas, por ejemplo, cuál es el lugar de la religión en una sociedad avanzada desde el punto de vista de la secularización.

La verborrea "comecuras", azerolada y tabernaria ha sido todo en el PSOE de Zapatero. El Gobierno desconoce la principal verdad de la modernidad: la separación entre política y religión. Mientras que esta verdad ha sido asumida por el cristianismo desde hace siglos, desde por lo menos el periodo de las revoluciones, el socialismo de Zapatero repite, ahora de forma ridícula lo que en otro tiempo fue trágico, la necesidad de un Absoluto religioso que legitime su especial proceso "revolucionario". Zapatero, como un Robespierre del siglo XXI, no quiere que se hable de un Ser Supremo sino es para legitimar su política, o mejor, su carencia de política. Zapatero no quiere que la Iglesia hable de Dios, sencillamente porque él necesita fundar un nuevo culto, el culto de un Ser Supremo, al modo que en su día quiso fundarlo Robespierre, para darle sentido a su "política". ¡Terrible Zapatero!

Sus revolucionarios asesores, esos que son incapaces de distinguir entre política y religión, no le han enseñado que las creencias religiosas pueden ser relevantes en el ámbito de la religión, pero han perdido toda su importancia en la esfera de la política. Desconocen que el ciudadano cristiano, el demócrata cristiano, actúa antes como ciudadano que como cristiano. Otra cosa, es que su actuación esté inspirada en la creencia.

En fin, ¿qué ha cambiado en el Gobierno de Zapatero de ayer a hoy, o sea, entre la confiscación de la libertad cristiana llevada a cabo en los últimos años por un lado, y el trato diplomático dado a Bertone por otro? Una crisis económica terrible que deslegitima cada vez más al Gobierno socialista. Éste necesita un poco de aire, o sea, decir que dialoga con la Iglesia Católica para luego seguir despreciándola por "integrista". Es lo que le "echarán" de comer dentro de unos días a sus huestes. Pero todo esto, que es tan viejo y oscuro como el totalitarismo de la izquierda española, es respondido con un gritito de sorpresa de la portavoz del PP ante la conferencia de Bertone.

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