Afirma una máxima no exenta de verdad que para el noble todo es noble y para el ruin, todo ruin. Se me vino a las mientes cuando oí a Rubalcaba invocar a Mortadelo y Filemón. No sé por qué acude la polisémica voz "mientes" cuando pienso en Rubalcaba. Reapareció el adagio cuando supe que Gallardón, quizá tomándose a sí mismo por modelo, balbució no sé qué martingala paramilitar y parapolicial. Para parapolicial, por cierto, él. Por tercera vez se agitó en mi memoria el aforismo al constatar la mucha ruindad que Rajoy entreveía, no en el montaje sino en su compañera.
El presunto líder del PP (presunto, no supuesto, debía decir la viñeta de Guillermo en El Mundo, que así resulta equívoca, si no contradictoria) ha dado un paso en falso llevado por la urgencia de su purga. Habrá calculado: uniendo mi impostada alarma a la de El País, adhiriéndome al medio de los medios, simulando una indignación que, cierto es, casa mal con mi pachorra, me apunto un tanto con los dueños de la izquierda y aporto un pie a la zancadilla.
Se engañó.El Paísdisparaba con balas de fogueo, a la desesperada, porque no tenía otras y porque quinientos millones a punto de vencer confunden a cualquiera. Se equivocó porqueEl Paísya no es el medio de los medios, ni siquiera el dueño de la izquierda. Metió la pata donde iba a meter el pie y en vez de zancadilla le ha puesto un trampolín a la lideresa. Un trampolín con barba y mala leche, crecientemente autoritario y decidido a atarse al sillón, lo que será un problema cuando, en las últimas, le dé al botón deeject. Qué gran pasaje, qué contubernio de varia lección. Y qué ilustración del arte de la guerra: estarse quieta, renunciar a la batalla en Valencia, donde sólo podía perder, aguardar a sabiendas de que las ambiciones y las prisas de sus presuntos compañeros, sus queridos verdugos, les van a perder. Sin mácula, limitándose a defender un honor puesto en duda, habrá sido intachable. Noble porque la virtud es la única nobleza, que dijo el cínico Antístenes.