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Ignacio Cosidó

El camino de la victoria

Una mayor debilidad de ETA puede generar en algunos la tentación de volver a transitar el atajo de la negociación, pero en realidad es la expectativa de obtener algún rédito lo que mantiene el aliento criminal de esta banda asesina.

ETA ha sido descabezada una vez más. La detención en Francia de Txeroki, supuesto cabecilla de su aparato criminal, ha sido un duro golpe para una organización terrorista que da muestras de una creciente vulnerabilidad. Esta detención es un paso más, y no menor, para lograr la victoria definitiva de la democracia española sobre este grupo de asesinos. Pero sería un error considerar que con esta operación ETA ha sido ya derrotada. Por desgracia, los terroristas poseen aún la voluntad criminal de seguir matando, capacidad para hacerlo y recambio para sustituir al detenido. Y sería un error aún más grave pensar que una mayor debilidad de ETA abre nuevas posibilidades de negociación con los asesinos. La derrota de los terroristas sólo vendrá de la acción implacable de nuestro Estado de Derecho, no de ninguna mesa de negociación en la que los asesinos intenten torcer nuestra voluntad democrática o poner precio a nuestra libertad.

El descabezamiento de la banda terrorista exige antes que nada expresar una vez más nuestro reconocimiento, nuestra admiración y nuestra gratitud a la Guardia Civil. Una institución especialmente querida por los españoles que ha demostrado una vez más ser un pilar fundamental de nuestro Estado de Derecho. La Guardia Civil ha sido sin duda la vanguardia en la lucha contra el terrorismo en las últimas décadas y ha sido también el colectivo que más alto tributo ha pagado en esta batalla por la libertad. La eficacia demostrada una vez más por nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad –hace pocas fechas era el Cuerpo Nacional de Policía el que desmantelaba una célula de ETA en Navarra– es sin duda nuestra mejor garantía de que los terroristas serán finalmente derrotados.

En segundo lugar, es preciso agradecer de forma muy especial la colaboración de nuestros aliados en la lucha contra el terrorismo. Sin el compromiso firme de Francia sería imposible lograr la derrota de ETA. Nuestros vecinos han entendido que la colaboración en la lucha contra el terrorismo no es sólo un imperativo de solidaridad con España, sino que constituye un interés vital para la seguridad de su propio país. Los nuevos instrumentos de cooperación policial y judicial creados en el seno de la Unión Europea están mostrando su eficacia, pero la utilización de esas herramientas depende en buena medida de la voluntad política de los Estados y Francia está demostrando una gran determinación y valentía en la lucha contra ETA que los españoles estamos obligados a agradecer. Un agradecimiento que debe ser extendido a Estados Unidos, cuya colaboración es cada vez más importante en materia de inteligencia y a otros muchos socios, aliados y amigos que colaboran con España en este objetivo común.

La experiencia nos demuestra que la eficacia policial y la cooperación internacional son elementos esenciales para lograr la derrota de los terroristas, pero no suficientes. La capacidad de regeneración de la que ETA ha hecho gala a lo largo de su larga historia criminal sólo podrá ser cercenada en la medida en que logremos su total aislamiento político y social en el País Vasco. La ilegalización de los cómplices políticos de los terroristas ha sido sin duda un paso fundamental para lograr ese objetivo, pero aún es necesario expulsarlos de forma definitiva de todas las instituciones democráticas. Es imprescindible además lograr una mayor movilización social en torno al objetivo común de la derrota de ETA.

El acoso policial a los terroristas, el endurecimiento de las penas para los asesinos, el aislamiento político y social de los criminales, el reconocimiento y la protección efectiva de las victimas y la unidad de los demócratas en el objetivo común de derrotar a ETA es sin duda el camino correcto para lograr la victoria definitiva de los demócratas sobre el terror. Una mayor debilidad de ETA puede generar en algunos la tentación de volver a transitar el atajo de la negociación, pero en realidad es la expectativa de obtener algún rédito lo que mantiene el aliento criminal de esta banda asesina. Hace ya mucho tiempo que los terroristas perdieron la oportunidad para una generosidad democrática de la que la sociedad española ha dado sobradas muestras. Hoy sólo merecen nuestro desprecio y que caiga sobre ellos todo el rigor de la Ley. Nada ni nadie puede apartarles ya del camino de la derrota, ni puede desviarnos a nosotros de una victoria por la que ya hemos pagado un precio excesivo.

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