¿Qué haría Goldwater?
La opinión pública es un terreno movedizo y puede alterarse. Goldwater entendió que esto podía lograrse mediante las ideas y con la acumulación de barbaridades políticas por parte de la oposición.
Reconociendo con humor su derrota como vicepresidente en 1980, Walter Mondale habló de votantes que hacen uso de "su asombroso poder". El electorado demostró así durante ese año que, entre otras cosas, el mal Gobierno es bueno para la participación, un hecho que debería dar que pensar a la gente que cree que los índices de participación electoral elevados son indicadores inequívocos de salud ciudadana.
En 2000, George W. Bush obtuvó 11 millones de votos más (el 29 por ciento) que Bob Dole en 1996; en 2004, Bush ganó 11,6 millones (el 23 por ciento) más que en 2000. Este año el republicano retrocedió. Es difícil postularse contra Washington al tiempo que el partido de uno controla la presidencia. Y teniendo en cuenta que la noticia de la mañana el día de las elecciones fue que la venta de automóviles y la fabricación se encontraban en los niveles más bajos en casi 20 años, el resultado de la noche era de
esperar.
Aunque la derrota de John McCain no fue numéricamente tan taxativa como la
de Barry Goldwater en 1964, que obtuvo 16 estados y 122 compromisarios menos de los que ha ganado McCain, la derrota del martes para los conservadores fue más desalentadora. La derrota de Goldwater fue constructiva; vigorizó su partido reorientándolo ideológicamente. La derrota de McCain fue estéril, no conteniendo ninguna semilla de renacimiento intelectual.
La candidatura de Goldwater cerró un debate que venía agitando a los republicanos desde 1912, cuando los progresistas del partido abandonaron al presidente William Howard Taft y apoyaron la candidatura independiente del ex presidente Theodore Roosevelt. Woodrow Wilson ganó; Taft acabó tercero. A partir de ahí, los republicanos conservadores y progresistas coexistieron incómodamente, con los conservadores confinados en el Congreso. En tres ocasiones no lograron nombrar candidato a presidente al senador "Mr. Republicano" por Ohio Robert Taft, hijo del presidente rechazado de manera tan tajante.
Y así, en 1980, los republicanos ofrecían por fin (en palabras de Goldwater) "una opción, no una imitación". La candidatura de Goldwater 16 años antes fue la causa y el pistoletazo de salida del cambio ideológico del país.
Mientras escribo esto, los republicanos parecen haber perdido un total de 55 escaños en la Cámara y 11 asientos en el Senado en las dos últimas elecciones. Son los peores resultados republicanos en dos elecciones consecutivas desde la Gran Depresión en 1930 y 1932 (153 y 22), que presagiaron su exilio de la presidencia hasta 1953. Si los republicanos tienen en enero en el Congreso 177 representantes y 44 senadores, tendrán una presencia más débil que nunca desde las elecciones de 1976, cuando fueron superados en la Cámara 292-143 y el Senado 61-38.
Tras las elecciones de 1936, cuando el candidato republicano frente a Franklin Delano Roosevelt, el Gobernador de Kansas Alf Landon, ganó solamente dos estados –ambos en Nueva Inglaterra (de ahí la broma, "¿Dónde va Maine? Donde vaya Vermont")– había 29 escaños del Congreso en Nueva Inglaterra y los Republicanos conservaron aún 15. Con la derrota del candidato republicano por Connecticut, Chris Shays, los demócratas son titulares de cada uno de los 22 escaños de Nueva Inglaterra. Apenas en 1996, cuando Nueva York tenía 31 escaños en el Congreso, los republicanos ocupaban 14; tras el martes, apenas tienen tres de los 29. Con la pérdida del escaño de Staten Island, el GOP tendrá como mucho un escaño de la urbe.
Desde que John Kennedy saliera elegido de Massachusetts en 1960, cada uno de los presidentes electos (dejando al margen a Gerald Ford), salieron antes del martes de Georgia, Arkansas, Tejas y el sur de California. En 1960 no había ningún senador republicano procedente del sur. Pero cuando el próximo Congreso se constituya, 19 de los 44 senadores Republicanos –el 43%– procederán del sur, incluyendo en esa categoría a Oklahoma y Kentucky. El sur está empezando a parecer no tanto el firme sustrato de un partido nacional como el reducto fortificado de un partido regional.
No obstante, el Partido Republicano conserva un pulso notable, considerando que la campaña en general caótica de McCain obtuvo el 46% del voto popular. Los conservadores se pueden consolar en parte con el hecho de que cuatro años después de que Goldwater apenas recibiera el 38,5% del voto popular, salía elegido un presidente republicano.
La supremacía conservadora que se alcanzó en 1980 reflejaba un amplio consenso en favor de un Gobierno más robusto en el exterior y menos ambicioso dentro del país (más o menos lo contrario al consenso del martes). Pero los conservadores deben observar lo que pone de relieve su situación actual: la opinión pública es un terreno movedizo y puede alterarse. Goldwater entendió que esto podía lograrse mediante las ideas y con la acumulación de barbaridades políticas por parte de la oposición, como las que hiciera constantemente el Congreso de fuerte presencia demócrata de 1964.
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