¿Por qué Google Chrome?
Si en algo todos estamos de acuerdo es que el principal objetivo de Google es reducir la amenaza que supone Microsoft en el único punto en que el gigante de las búsquedas no estaba presente: el navegador.
A estas alturas ya lo sabrán todos ustedes: Google ha lanzado su propio navegador, Chrome. Es una aplicación de código abierto, con licencia BSD, que a mi juicio es la más libre de todas pues permite emplearlo de cualquier modo, incluso dentro de software propietario. El motor que muestra las páginas es WebKit, desarrollado por Apple para su Safari a partir del KHTML empleado en Linux por el navegador Konqueror. Sin embargo, han desarrollado su propio intérprete Javascript, que es el lenguaje en el que se escriben las aplicaciones web, al que han llamado V8, y que es el más rápido que he probado hasta la fecha. Como resultado, Chrome arranca muy rápidamente y muestra las páginas a toda velocidad, especialmente las aplicaciones web complejas como Gmail.
Para mejorar la estabilidad, cada pestaña es un proceso separado. De hecho, si miramos el "administrador de tareas" mientras navegamos con él, podremos ver un montón de procesos "chrome.exe". De este modo, si una de ellas se cuelga, no afectará a todo el navegador y podremos cerrarla sin problemas. La contrapartida es que emplea más memoria, aunque es posible que en un uso continuado en el que abramos y cerremos un buen número de pestañas el gasto sea menor que en otros navegadores.
Por lo demás, tiene un interfaz bastante minimalista (carece de barra de menús) y muy pocas opciones, hasta el punto de carecer de un gestor de favoritos digno de tal nombre; permite importarlos y añadirlos y pare usted de contar. Pero dentro de su reducido abanico de opciones ha cogido lo mejor de cada casa. Las pestañas y ventanas nuevas se abren mostrando las opciones más habituales al empezar a navegar, al igual que Opera: nuestras páginas más habituales, el buscador o los últimos favoritos añadidos. La barra de direcciones permite buscar entre las páginas visitadas, como la de Firefox, y añade algunas mejoras como hacer búsquedas o sugerir sitios que aún no hemos visitado pero que concuerdan con lo que estamos tecleando. Dispone de un "modo de incógnito" que no guarda el historial ni deja otros rastros en el equipo, opción anunciada para Explorer 8 y que algunos han bautizado como "modo porno".
Pero repasar la lista de características oculta la pregunta que muchos nos hacemos: ¿por qué Google ha creado su propio navegador? Al fin y al cabo, es el principal patrocinador de la Fundación Mozilla, responsable de Firefox, y ha renovado recientemente su apoyo hasta el 2011. El problema es que, pese al éxito de la versión 3.0, este navegador aún no ha logrado desbancar al Internet Explorer, y sólo está erosionando poco a poco su cuota de mercado. La razón es que la mayoría de los usuarios emplean el que viene preinstalado en su ordenador y no se preocupan por cambiarlo. El volumen de usuarios que puede llegar a sumar, aunque considerable, no logrará erosionar el dominio del Internet Explorer mientras sea el navegador que la mayoría de los usuarios se encuentra cuando compra un ordenador.
Quizá hayan leído, por ejemplo a Enrique Dans, argumentar que lo que Google pretende con Chrome es "restar valor al sistema operativo", lo que traducido con el diccionario consultor-español, español-consultor, significaría lograr que al usuario le importe poco si el ordenador funciona con Windows, Linux o Mac OS X, porque sus aplicaciones están en internet. Es algo que llevo escuchando desde el lanzamiento de Netscape 4, allá por 1997, época en la que Google era un proyecto de dos doctorandos. Chrome aporta poco en ese camino, al margen de la velocidad, traer Gears instalado de serie y la posibilidad de crear iconos en el escritorio que ejecuten directamente Bloglines o Google Docs, de modo que no creo que sea eso lo que tienen en mente.
Lo que pienso es que Google planea, cuando sea un proyecto más maduro y aceptado por los llamados early adopters, es decir, tecnófilos a los que les encantan las cosas nuevas, emplear su músculo financiero para lograr que las principales empresas de venta de ordenadores –Dell, Acer, HP, etc.– preinstalen su Chrome. Aunque la apoya, Google no controla la Fundación Mozilla ni sus productos, y no va a gastarse un dineral en colocar Firefox en las nuevas computadoras. De hecho, pese a ser una versión beta, ya le ha abierto una puerta a Chrome que nunca le mostró al zorro de fuego: un enlace para descargarlo directamente desde su prístina página principal. Un movimiento que le ha permitido alcanzar entre un 1 por cierto de cuota de mercado en un par de días, formado en aproximadamente tres cuartas partes de usuarios de Firefox.
Si en algo todos estamos de acuerdo es que el principal objetivo de Google es reducir la amenaza que supone Microsoft en el único punto en que el gigante de las búsquedas no estaba presente: el navegador. Pero eso significa que el software al que quiere atacar es Internet Explorer, no Windows. En cualquier caso, el tiempo nos lo dirá.
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