Lo de Garzón va mucho más allá
Faltaba un juez de lo penal dirigiendo su autoridad a la Conferencia Episcopal y a todas las parroquias de España, barbaridad que en la mente del simplicísimo progre doméstico equivale, de entrada, a vestir a la COPE de falangista
La nueva causa general garzonita busca grabarse en el imaginario, y busca al PP. Carece hasta tal punto de respaldo legal que ni siquiera tiene sentido oponer la falta de competencia del juez; ningún otro juez sería competente, toda vez que las causas generales repugnan al derecho penal, amén de chocar ésta frontalmente con la Ley de Amnistía y de pisotear el espíritu fundacional del 78. Con todo, no sorprende. Estaba en el aire.
Lo anticipaba la farsa organizada en los últimos años por un Gobierno y unos partidos que han trasladado emocionalmente a los años treinta a una ciudadanía desprovista de conocimientos sobre la etapa, contaminada en sus elites por una historiografía de parte y dispuesta en su mitad progre a utilizar cualquier recurso que contribuya a la eventual expulsión del PP del marco de legitimidad.
Si cupo atribuir a la derecha gobernante el accidente de un petrolero ruso a través de manejos ecológico-sentimentales más turbios que el chapapote, o endosar el 11-M a su política internacional en pleno shock emocional, o presentarla en la oposición, por atenerse a la ley, como enemiga de la "paz" (ahhh...) y del diálogo (ohhh...), o pedir para ella cordón sanitario con las resonancias guturales de un actor argentino, lo que siempre impresiona mucho, ¿cómo iba a desistir el progrerío de vincularla con el bando odioso de la guerra que ha cautivado de antiguo la imaginación de la intelectualidad occidental?
La fechoría exige un pueblo ignorante, toda vez que en aquella carnicería se bañaron en sangre siglas que perviven, siendo el PP un partido nacido en democracia. Y aun así ha podido cuajar en los ambientes que cuentan la identificación del PP con el 18 de julio. Que Zapatero la haya negado en su ininteligible entrevista de El Mundo es anecdótica broma. Se lo puede permitir porque el mal ya está en marcha, y todo dispuesto para la criminalización definitiva.
Faltaba un juez de lo penal dirigiendo su autoridad a la Conferencia Episcopal y a todas las parroquias de España, barbaridad que en la mente del simplicísimo progre doméstico equivale, de entrada, a vestir a la COPE de falangista y amenazarla a la vez con un mazo de juez y con la espada de una Justicia que ve lo que no debe por debajo de la venda.
Dicen que se trata de sacar el índice de paro de las portadas. No se engañen con ese pequeño beneficio colateral. Es algo más ambicioso, mucho más deletéreo para la democracia. Cuentan para consumarlo con la exasperante pusilanimidad de la cúpula del PP, incapaz de poner las cosas en su sitio, de denunciar las intenciones de su ejecutor. Por desgracia, el cálculo es, aunque perverso, correcto.
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