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Rehén de la ideología

Esta es la tragedia del mandato de Chacón: se dedica a hacer ideología progre con un ministerio complicado con el que no se debe jugar, porque son las vidas de nuestros soldados las que se ponen en juego.

Lo advertimos aquí en varias ocasiones, y los hechos testarudamente nos dan la razón: el problema del nombramiento de Carmen Chacón como ministra de Defensa no está en el hecho de que sea mujer, lo que no es evidentemente impedimento para ocupar el cargo. Tampoco en el hecho de su embarazo y maternidad, algo a lo que se enfrentan cada día miles de españolas sin montar un circo a su alrededor. El problema es que Chacon no es ni más ni menos que la punta de lanza del proyecto político de Zapatero, que no cree ni en la Defensa, ni en la Nación española, ni en los valores militares que las Fuerzas Armadas encarnan. La nación y el ejército son, para esta nueva izquierda, instituciones conservadoras y antiguas que hay que ir dejando atrás. Para ello, lo primero es descafeinarlas, convertirlas en ONGs de uniforme al servicio del Gobierno y entretenerlas en asuntos distintos a aquel para el que realmente están.

Chacon fue nombrada no por ser fémina –como desvergonzadamente dijo Zapatero–, sino por ser "feminista", esto es, por representar los valores políticos y morales del progresismo: antinacionales, antimilitares, pacifistoides. No se trataba de afrontar los problemas a los que se enfrenta el Ministerio, sino de llevar a cabo, desde él y hacia él, la ofensiva ideológica y cultural del Gobierno que se inició ya con Bono y Alonso. Sólo que, a diferencia de ellos, Chacon sí está poniendo todo su empeño en la inmersión ideológica de las Fuerzas Armadas.

La consecuencia que tiene todo proyecto ideológico es el desprecio por las circunstancias reales de cada día. A día de hoy, la situación en Afganistán es harto complicada. Nuestros aliados en aquel país –mal que le pese a Zapatero–, luchan a brazo partido para frenar la ofensiva talibán y reconstruir el país. Ésta es la más fuerte de los últimos tiempos, y las tropas españolas están siendo atacadas en el país afgano. Ello exige un esfuerzo considerable a sus responsables. Pero la ministra, lejos de explicarnos como están las cosas en Afganistán, a lo que se dedica es a explicarnos sus medidas para la igualdad de género en las Fuerzas Armadas, y las directrices para el diseño de nuevos uniformes para las soldados españolas. Lo cual no es ni casual ni ingenuo. Esta es la tragedia del mandato de Chacón: se dedica a hacer ideología progre con un ministerio complicado con el que no se debe jugar, porque son las vidas de nuestros soldados las que se ponen en juego. Algo que algunos militares debieran tener en cuenta antes de postrarse mansurronamente ante la maquinaria socialista.

Lo peor de todo es que no será porque no estaba claro desde el principio: el proyecto de Zapatero es ideológico. No le interesa la economía, y por eso a la crisis responde con soflamas ideológicas y propagandísticas. Menos aún le interesa la Defensa, puesto que ni cree en el uso de la fuerza ni cree en una nación que merezca la pena ser defendida. Lo que le interesa es la reeducación de los españoles, su inmersión cultural y moral en el progresismo, la conversión de éste en una religión de Estado y la utilización de los resortes de este último para cambiar de régimen político. En el fondo, lo que importa es la foto de la ministra con las chicas del ejército, las sonrisas y los uniformes a la hora del telediario. Pero el polvo que tragan nuestras tropas en Afganistán, las bombas y los tiros que reciben y que dan, es algo que les interesa bastante menos. Veremos hasta cuando.

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