Y en Afganistán...
Han incrementado los atentados suicidas y los ataques contra las líneas de suministro de las tropas extranjeras en un intento de aislar la capital afgana y de acabar lentamente con el ánimo de los países que mantienen tropas en Afganistán.
Mientras el mundo mira a Rusia y a Georgia, las noticias que llegan de Afganistán no son nada alentadoras. La ofensiva talibán en el sur y el este del país ha avanzado durante los meses de verano mientras que el miedo se ha apoderado de la capital, Kabul. Desde el intento de asesinato de Karzai, en el mes de abril, ha crecido el número de ataques suicidas –entre ellos el de la Embajada india en julio que dejó más de medio centenar de muertos–, las principales carreteras que van a la capital están bloqueadas, y los extranjeros y los trabajadores humanitarios corren el riesgo de ser asesinados en las cercanías.
Se trata de los nuevos planes de talibanes en Afganistán, unas líneas de actuación que ya se molestaron en publicar en varios sitios de internet. En ellos declaraban su intención de incrementar los atentados suicidas y los ataques contra las líneas de suministro de las tropas extranjeras en un intento de aislar la capital afgana y de acabar lentamente con el ánimo de los países que mantienen tropas en Afganistán. Por el momento les está yendo bastante bien.
A medida que el miedo se instala en Kabul, los enfrentamientos armados entre la Coalición Internacional liderada por Estados Unidos y la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad) contra los talibanes se aproximan a la capital. El más grave fue el pasado 18 de agosto, cuando a tan solo 50 kilómetros de Kabul murieron diez paracaidistas franceses en una emboscada. La lucha también continúa en el resto del país siendo uno de los últimos episodios el ataque a un contingente español en la provincia de Bagdhis, un suceso en el que no hubo víctimas en las filas de la Alianza Atlántica, y sí entre los talibanes. Éstos últimos cuentan sus bajas por miles pero continúan con la suficiente moral como para seguir atacando a sabiendas de que están desgastando a los países de la Alianza. Además, las continuas acusaciones de bombardeos de las ISAF alcanzando objetivos civiles no ayudan a limar asperezas con la población afgana.
La situación en Afganistán se está complicando enormemente. Puede que los talibanes no vayan a vencer a unas tropas bien armadas como las de la OTAN, pero las ISAF tampoco tienen los efectivos suficientes como para controlar este inmenso país y eso que ha avanzado y alcanzando áreas que hasta hace poco estaban bajo el poder de los talibanes. Los estadounidenses han anunciado que reforzaran su fuerza en Afganistán con nuevas tropas cuando transfiera a las autoridades iraquíes el control de la provincia de Anbar. Sarkozy también ha refirmado su compromiso con Afganistán tras la emboscada contra sus fuerzas y parece que su Ejecutivo no descarta el envío de fuerzas especiales. Pero sigue siendo insuficiente porque la situación sobre el terreno se complica cada día que pasa. A lo que hay que añadir que sólo ha llegado una quinta parte de la ayuda de los más de 400 millones de euros que necesita el país. Ni siquiera en este campo la respuesta internacional está a la altura de la circunstancias.
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