Por una internet petrificada
Quienes defienden una "red neutral" se fijan sólo en los extremos de la red, en las nuevas aplicaciones que se pueden crear para ella, pero para que éstas funcionen correctamente hace falta también que se innove dentro de las redes.
La neutralidad en la red supone aplicar a todos los datos que circulan por ella el mismo tratamiento, que no haya prioridad de unos sobre otros y que no se impida a algunos circular por las razones que sean. Los argumentos favorables a imponerla por ley parecen encuadrarse en dos grandes tendencias. La primera es la demagógica, la de quienes hacen salir al coco asegurando que nos esperan los mayores males a la vuelta de la esquina si no se impone por ley que las operadoras de telecomunicaciones gestionen sus propiedades como a ellos les parece bien. Por ejemplo, asegurando que cortarán el acceso a Google o Yahoo si éstos no les pagan un extra.
La cruda realidad de que jamás ningún operador lo ha hecho, pese a que las leyes no les imponen el mantenimiento de neutralidad alguna. Y no ha sido así porque sería estúpido y contraproducente para ellas: a sus clientes no les haría ninguna gracia y previsiblemente se largarían a la competencia. El único incumplimiento real de la neutralidad en países como Estados Unidos o España es la medida adoptada por algunos operadores, como Ono en nuestro país, de poner impedimentos técnicos al tráfico P2P. El objetivo: reducir costes y poder ofrecer un servicio más barato y mejor a sus clientes (a los que no emplean la mula o el torrente, claro).
Pues bien, recientemente el organismo regulador estadounidense, el FCC, ha fallado en contra de Comcast por esta práctica en una estrecha votación de tres contra dos. Una victoria para quienes apoyan la imposición de la neutralidad en la red, aunque paupérrima, porque aunque el organismo castiga a la operadora por discriminar "arbitrariamente" entre tipos de tráfico y no informar a sus clientes de sus políticas, reconoce la necesidad de hacer una gestión de su red "razonable" y la posibilidad de imponer limitaciones a los usuarios que más consuman. La reacción de la compañía era esperable, y ha consistido en variar el modo en que restringe el ancho de banda que pueden emplear sus clientes. A partir de ahora, quienes consuman más de 250 gigabytes al mes serán avisados de que se están excediendo un pelín, lo que podría acabar derivando en una cancelación del contrato.
Los mismos que hacen campaña por una red neutral han pasado a poner el grito en el cielo por esta nueva limitación. Aunque 250 gigabytes sea una cifra más que suficiente para las necesidades actuales, incluso si se emplea el P2P, preocupa que en un futuro próximo no dé de sí, especialmente si empieza a popularizarse el vídeo en alta definición. Lo que me lleva al segundo tipo de argumentos favorables a imponer una red neutral, los que ignoran por completo el hecho económico básico de que "no hay comida gratis". Gestionar una red y disponer de las infraestructuras necesarias para que el ancho de banda sea suficiente para los clientes tiene un coste, que al final tendrán que pagar los usuarios de un modo u otro, o la operadora quebrará y se quedarán todos sin servicio. Sin duda, todas las operadoras podrían ofrecer anchos de banda garantizados (es decir, que correspondieran a la cifra que se da como máximo) sin límite mensual de tráfico, pero pocos usuarios estarían dispuestos a pagar la cifra que haría rentable esa oferta. De modo que se buscan las castañas para ofrecer un servicio cuyo coste sea más ajustado que ese ideal al que todos querríamos llegar.
Romper la neutralidad en la red es una de las maneras en que pueden hacerlo. Quizá no sea el mejor, y puede que los límites que ha propuesto Comcast sean una manera más apropiada. En todo caso, debería tener la libertad de escoger la mejor vía, siempre que informe a sus clientes, claro, que es el único cargo contra la empresa que me parece que tiene sentido. Porque sólo con libertad pueden probarse nuevas soluciones, más creativas, para intentar reducir el hueco existente entre las expectativas de los clientes y las duras realidades económicas. Quienes defienden una "red neutral" se fijan sólo en los extremos de la red, en las nuevas aplicaciones que se pueden crear para ella, pero para que éstas funcionen correctamente hace falta también que se innove dentro de las redes, tanto técnica como empresarialmente. Y la mejor manera de lograrlo, o más bien la única, es siendo libres de intentarlo. Coartar esa libertad por medio de la regulación es una vía segura para maniatar a las operadoras y petrificar el desarrollo de internet.
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