Politizando el dolor
El principio fundamental es que Forss debería ser tratado como un norteamericano libre, permitiéndole utilizar la marihuana como medicina. Ni los políticos ni los burócratas tienen derecho a impedírselo.
El paciente K. K. Forss no alega que el uso medicinal de la marihuana resuelve todos sus males. Su dolor por un disco roto en la nuca le debilita. No puede trabajar, ni siquiera ir a la iglesia, debido al dolor y los espasmos musculares. Los contribuyentes gastan –a través de Medicare– más de 18.000 dólares al año en sus medicinas. La mitad de ellas son fuertes narcóticos y la otra mitad se toman para combatir los efectos secundarios de las primeras, como náuseas, palpitaciones, falta de sueño, acidez estomacal y espasmos musculares.
No, la marihuana no acabó totalmente con sus males, pero sí supuso una tremenda mejoría cuando la utilizó durante un año. Le ayudó a recuperar 18 kilos de peso. Calmó sus espasmos musculares y le ayudaba a dormir. En otras palabras, alivió muchos de los efectos secundarios y redujo considerablemente sus gastos en medicinas muy caras. El Sr. Forss estima que si se le permite el uso médico de la marihuana, los contribuyentes ahorrarían no menos de 12.000 dólares al año en medicinas que ya él no necesitaría. Además, podría trabajar de vez en cuando.
Los científicos de la Universidad de California (Davis) acaban de completar una investigación que respalda la experiencia del señor Forss, demostrando que la marihuana alivia considerablemente ciertos dolores. Mientras el Gobierno insiste en pedir más pruebas, gente como Forss sufre. Nuevos estudios no cambiarán lo que muchos pacientes ya saben: el uso medicinal de la marihuana les quita el dolor. Pero el Gobierno se extralimita al prohibirlo.
Forss vivía hostigado por las autoridades federales y estatales, por lo que dejó de calmar sus dolores con marihuana y se cambió a un régimen de caras píldoras. Doce estados han legislado que la marihuana puede ser prescrita por médicos, pero en Minnesota –donde vive Forss– todavía no se permite. Incluso en los estados donde sí se permite, continúa la persecución de la DEA (la agencia antidroga estadounidense) contra dispensarios y clínicas.
El Gobierno federal debe reconocer que los estados pueden decidir sobre estos asuntos. Como congresista y médico, apoyo enfáticamente que las decisiones sobre la salud deben ser tomadas por los médicos y sus pacientes, no por los políticos ni por agentes federales. Por eso introduje en el Congreso el proyecto de ley de protección de pacientes tratados con marihuana medicinal, que prohibiría que el Gobierno federal intervenga en las relaciones de los médicos y sus pacientes que no violan leyes estatales.
El principio fundamental es que Forss debería ser tratado como un norteamericano libre, permitiéndole utilizar la marihuana como medicina. Ni los políticos ni los burócratas tienen derecho a impedírselo.
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