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EDITORIAL

Batalla de ideas y empanadas mentales

Quien, como Rajoy, hace gala de "tener cabeza, entre otras cosas, para utilizarla", debería ser el primero en ser consciente de la empanada mental que padece o la confusión mediática que genera quien hace un discurso como el que él pronunció en Elche

Tras la provocativa intervención de Mariano Rajoy en Elche, ahora resulta que al presidente del PP Esperanza Aguirre le sigue pareciendo "un gran activo", al que jamás se le habría "pasado por la cabeza" que pudiera estar en otro partido. Así lo han ha asegurado este lunes no sólo fuentes próximas a Génova, sino la propia Esperanza Aguirre al manifestar "no poder creerse" que Rajoy quisiera verla fuera de su partido.

Ahora bien, como la propia Aguirre también ha manifestado, "no es eso lo que han interpretado" –justificadamente, añadimos nosotros– "la mayoría de los medios de comunicación" de las palabras de Rajoy, por lo que sería deseable, que fuera él, y no "fuentes" anónimas supuestamente próximas a Génova, quien aclarara –más bien corrigiera– una intervención exenta tanto de cortesía como de valentía, por no hablar de coherencia.

Quien, como Rajoy, hace gala de "tener cabeza, entre otras cosas, para utilizarla", debería ser el primero en ser consciente de la empanada mental que padece o la confusión mediática que genera quien siendo líder de una formación liberal-conservadora invita a marcharse del PP para unirse al "partido liberal" o al "partido conservador" a quienes reivindican sin complejos ni resignaciones la defensa de dichos postulados.

Desde estas mismas páginas, señalamos nuestra opinión de que los resultados obtenidos por el PP no deben suponer la renuncia de Rajoy a aspirar a un liderazgo que, desde luego, sí debilitan y cuestionan decisiones con tan poca cabeza como la de desaparecer de la escena política durante semanas decisivas, nombrar a la buena de Soraya Sáenz de Santa María como portavoz del PP en el Congreso, o poner en duda el sentido del voto del PP en la segunda investidura de Zapatero, por poner sólo unos pocos ejemplos.

Bien está, como hemos señalado en múltiples ocasiones, que Rajoy sea consciente de los cientos de miles –él los cifra en setecientos mil– votantes del PSOE que ahora han votado al Partido Popular. A no ser, claro está, que ese incremento de apoyos sirva, no para fortalecer la oposición a la deriva del PSOE, sino para disimularla con una política de aproximación que traiciona tanto a los principios como a los votantes propios, incluidos los nuevos.

En cualquier caso, lo que es evidente es la necesidad de un debate de ideas como el que ha reclamado Esperanza Aguirre. Entre otras cosas, para que Rajoy nos aclare también qué entiende por solidaridad, si la cree posible sin libertad o si defiende un sistema competitivo y de capitalización individual únicamente para el que se lo pueda permitir tras pagar un forzoso y despilfarrador sistema público de pensiones.

Eso, por no hablar de la necesidad del debate de ideas que también deja en evidencia un escrito que trata de cuestionarla –tanto al debate como a Esperanza Aguirre–, como el que ha escrito José Maria Lassalle en El País. ¿Cómo no va a ser necesario dicho debate cuando a un dirigente del PP que se autoproclama liberal como Lassalle le causa "inquietud" que Esperanza Aguirre apele al liberalismo a través de dos de sus más grandes e influyentes intelectuales como han sido Hayek y Friedman? ¿Qué "liberalismo" propugna Lassalle que repudia el que impulsó la revolución "conservadora" de Reagan o Thatcher? ¿Qué complejos, que no ideas, son estos que llevan a Lassalle a distanciarse de quienes como Reagan o Thatcher han sido y son reivindicados hasta por los demócratas americanos o por los laboristas británicos? ¿Ignora Lasalle la influencia de Hayek, no sólo en Dahrendorf sino también en Giddens, autor de cabecera de Blair? ¿O es que su cita de Dahrendorf y su crítica al "fundamentalismo del mercado" es sólo una excusa para que no evoquemos aquella crítica de Cebrián al "fundamentalismo democrático", con quien Lasalle parece compartir páginas y fobias?

A la vista está, en cualquier caso, que ninguna empanada mental, por erudita y leída que sea, evita el debate de ideas. Tan sólo lo hace más necesario.

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