Gallardón vuelve a dar la nota
El consejo, por tanto, es correcto y adecuado, y Gallardón les habría hecho un favor a Rajoy y al PP si lo hubiera comunicado en privado. El problema es que lo ha hecho en público.
No hay ningún problema en que Gallardón acuda a una plaza difícil, como es Gerona, para intentar mejorar las posibilidades de su partido en una circunscripción muy abierta en la que se prevé que el reparto de escaños se haga en base a muy pocos votos. Al contrario, es justamente eso lo que significa "ayudar a Mariano Rajoy" a ser presidente del Gobierno, y no tener un puesto en las listas de Madrid, sea como número dos o veinticinco. Esto último le puede permitir ayudarlo desde el Congreso después de las elecciones o, tratándose del alcalde de Madrid, le facilita la tarea de sustituirle en la silla, pero en nada ayuda al líder del PP en su tarea de convertirse en el presidente de todos los españoles.
No obstante, dar un mitin en Gerona no es la única actividad que puede hacer para ayudar a su partido. Seguramente ni siquiera sea la más importante. Una de las tareas que más pueden ayudar al PP en estas elecciones que vienen es dejar de ofrecer ejemplos de enfrentamiento con Esperanza Aguirre. En eso radica la importancia de su ausencia en el acto institucional de hoy. No es que el veinticinco aniversario de un estatuto sea una efeméride importante a la que no hay que faltar. Pero siendo noticia por no acudir al acto organizado por la Comunidad de Madrid, es decir, por Aguirre, Gallardón vuelve a ofrecer la habitual imagen de desunión y desafecto por el partido.
Más aún cuando el alcalde de Madrid aprovecha el mitin de Gerona para criticar a Mariano Rajoy. No es que el fondo de sus palabras no sea correcto. Efectivamente, el discurso del líder del PP sobre la niña que quería aprender inglés fue cursi y se notó a la legua que era algo preparado por un asesor que Rajoy no pudo decir de forma natural porque no era de su estilo. El consejo, por tanto, es correcto y adecuado, y Gallardón les habría hecho un favor a Rajoy y al PP si lo hubiera comunicado en privado. El problema es que lo ha hecho en público. ¿Cuántas críticas ha recibido Zapatero de sus propias filas en esta campaña? ¿Hay algún dirigente socialista que, fueran cuales fueren sus críticas anteriores a su presidente, las haya exteriorizado en campaña? Naturalmente que no. Y dada la superior habilidad del PSOE a la hora de vender su pestilente producto político, cabría concluir que por algo evitan hacerlo.
El empeño de Gallardón por hacer pasar su deseo de estar en las listas como una forma de ayudar a Rajoy dejó de engañar a nadie cuando amenazó con dejar la política después de que el gallego le dejara fuera del Congreso. De esa manera mostró que poco le importaba el destino de su partido en las generales, sino sólo sus propias ambiciones políticas. Como después de tantas otras ocasiones en que ha metido la pata de forma similar, llevaba un tiempo "portándose bien" y ofreciendo la apariencia de ser sólo un buen chico que ha sido tratado mal por la dirección del partido. No les quepa duda de que volverá a hacerlo después de esta última trastada.
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