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GEES

Un ejemplo para todos

El GEES, como todos lo que quieran pensar con realismo al servicio de metas idealistas, tiene una deuda, como mínimo indirecta, con este gigante de nuestro tiempo. El católico Buckley agradecerá sin duda una oración por su alma.

Nunca tan pocos hicieron tanto por tantos, dijo Churchill de los pilotos de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial. Muy pocas veces uno solo habrá hecho tanto por desviar el curso de la historia hacia rumbos más prometedores. Revolucionarios geniales usaron su talento por destruir lo existente y esperar que de las cenizas surgiera algo mejor. Buckley estaba convencido de que el monopolio del izquierdismo en el mundo de las ideas americanas de la posguerra tenía mucho más de corrosivo que de creador y, como dijo en el primer número de la importantísima National Review que fundó en noviembre de 1955, unos días antes de cumplir los 30 años, se plantó en el medio del camino de la historia y gritó párate. Su demencial osadía resultó estar llena de cordura y llevó parte de las turbulentas aguas hacia cauces más fecundos, preservando tesoros intelectuales legados por generaciones de predecesores.

En una brega incansable, Buckley le dio profundidad e hizo respetable el mundo de las ideas conservadoras, liberales en el sentido europeo y tradicional de la palabra, y por supuesto democráticas. Puso en marcha un movimiento que irrumpió en la política con la candidatura republicana de Goldwater a la presidencia en 1964 y alcanzó el poder con Ronald Reagan en 1980, el cual, ya en la Casa Blanca, celebró el 30 aniversario de la revista diciéndole a su fundador: "No sólo dividiste el Mar Rojo, lo hiciste retroceder, lo secaste y dejaste al descubierto, para que todo el mundo viera el desnudo desierto que es el estatismo."

Cuando se funda National Review, el tan mal llamado liberalismo era en el mundo intelectual americano el pensamiento único. Buckley se gradúa con los máximos honores en uno de sus más venerados templos, la elitista universidad de Yale, e inmediatamente comienza con su característica osadía el asalto contra sus sacerdotes, maestros hasta el día anterior, lo que no quiere decir que no se hubiese destapado hasta ese momento, pues no dejó de ser un manifiesto disidente de la ortodoxia establecida a lo largo de todos sus estudios.

Su genialidad, que nadie puso en duda, fue polifacética y llena de originalidades hasta el pintoresquismo. Con una enorme capacidad de trabajo, se recreó en mil diversas actividades, destacando en todas ellas. Nadie hizo ascos a su amistad y de ella se preciaron los muchos que la obtuvieron, en todo el espectro ideológico y político. Buckley disfrutó siempre de la inteligencia ajena, por encima de las discrepancias de cualquier tipo, lo que le permitió relacionarse con todos los grandes de su gran país a lo largo de su prolongada vida.

Por encima de todos sus oficios y aficiones destaca el de gran señor del periodismo, autor de miles de incisivas columnas, de estilo brillante y rebuscado lenguaje que a él le brotaba como un torrente. Y entre las cualidades de su versátil intelecto brilló con luz propia su talento de temible polemista. Unió oficio y destreza en el más largo programa de debate de la televisión americana, Firing Line, Línea de Fuego, que duró desde 1966 hasta que decidió cerrarlo en el 99 porque "prefería no morir en el plató". Encabezó el equipo conservador en 1504 ediciones.

Un tipo tan singular fue bendecido por la Providencia con una mujer a su altura. Le precedió en su marcha en un año. Se opuso en origen a todas sus iniciativas, ciertamente más allá de la cordura, pero le apoyó siempre hasta el final. Cherchez la femme. Sin duda le debe a su Pat no poco de lo que ha sido.

Si su papel central en la creación de un gran movimiento político e intelectual conservador le asegura un puesto destacado en la historia de la segunda mitad del siglo XX americano, contará también con el nada despreciable patrimonio de un sinfín de recordatorios menores, pero especialmente deliciosos, en forma de gozosas anécdotas y punzantes réplicas quevedescas o churchillianas.

El GEES, como todos lo que quieran pensar con realismo al servicio de metas idealistas, tiene una deuda, como mínimo indirecta, con este gigante de nuestro tiempo. El católico Buckley agradecerá sin duda una oración por su alma.

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