Los demócratas se atrincheran en la retirada
¿Están los demócratas tan absortos en negar a George Bush el triunfo retroactivo en una guerra que insisten le pertenece a él solo como para negar a su propio país una victoria que ya es alcanzable?
Nadie puede pasarse 10 días visitando los campos de batalla en Irak sin notar importantes progresos en todas las áreas... Si los Estados Unidos proporcionan apoyo continuado al Gobierno iraquí –en seguridad, gobernabilidad y desarrollo– existe hoy una posibilidad muy real de que Irak emerja como un estado estable y seguro.
Anthony Cordesman, La situación en Irak: un examen desde el campo de batalla, 13 de febrero de 2008
Lo anterior procede de quien fuera un severo crítico de la ocupación de posguerra de Irak y que, como señala el escritor Peter Wehner, no es ningún optimista crédulo. En realidad, en mayo de 2006 Cordesman había escrito que "nadie puede sostener que las perspectivas de estabilidad en Irak sean buenas". Sin embargo, hoy no hay manera de negar las notables mejoras en Irak desde el comienzo hace un año del incremento de nuestras tropas.
A menos que sea usted sea del Partido Demócrata. En palabras de Joe Lieberman, senador independiente por el estado de Connecticut, "los demócratas han permanecido emocionalmente envueltos en una historia de derrota y retirada de Irak". Su líder en el Senado, Harry Reid, declara que la guerra ya ha sido perdida. Todos sus candidatos presidenciales (ocho entonces) se oponen unánimemente al incremento de la presencia militar allí. Es entonces cuando las pruebas comienzan a filtrarse poco a poco.
Recibimos noticias del despertar de Anbar, extendido ya al resto de las zonas sunitas y a Bagdad. La guerra civil en la que los demócratas insistían como razón para retirarnos va menguando hasta su práctica desaparición. Gran parte de Bagdad está volviendo a la normalidad. Hay 90.000 voluntarios vecinales –ciudadanos corrientes que actúan como auxiliares de la policía y como confidentes, vitales para informar sobre actividades terroristas– que simbolizan claramente la pérdida de apoyo popular de la insurgencia. La correspondencia incautada a líderes de al-Qaeda revela su desesperación al estar siendo forzados, principalmente por los propios sunitas iraquíes, sus correligionarios árabes, a huir y ocultarse.
Tras unos agónicos años en busca de la estrategia y del General adecuados, estamos ganando. ¿Cómo reaccionan los demócratas? De Nancy Pelosi a Barack Obama, su argumento persuasivo es el mismo: "Claro que hay progreso militar. Nosotros podríamos haber predicho eso (en realidad habían predicho lo contrario, pero no importa). Pero todo es baladí a menos que se logre la reconciliación nacional."
Decir "nacional" es una forma de ignorar lo que está teniendo lugar en los niveles local y provincial, como que el clérigo chiíta Ammar al-Hakim, el vástago de la familia que domina el partido chiíta más grande de Irak, viajara el pasado octubre a Anbar en un gesto de reconciliación sin precedentes con los jeques sunitas.
Por lo visto, eso no cuenta. Los demócratas piden nada menos que la reconciliación a nivel federal, y que ésta quede de hecho plasmada en la legislación.
Esta objeción no solamente es altamente legalista, sino políticamente conveniente. Muy pocos (incluyéndome a mí) pensamos que esto fuera posible bajo el Gobierno Maliki. Hasta que la semana pasada, el mismo día en que Cordesman difundía su informe, sucedió justamente eso. ¡Oh, maravilla! El Gobierno iraquí aprobó tres leyes fundamentales.
En primer lugar, una ley de descentralización que convertía Irak en el estado indiscutiblemente más federal de todo el mundo árabe. Las provincias no solamente logran poder, sino que celebrarán elecciones el 1 de octubre. Desde hace tiempo el embajador norteamericano Ryan Crocker viene señalando que este es paso más importante hacia la estabilidad política. Por ejemplo, esta reforma permitirá que los jeques pro-americanos de Anbar se conviertan en los gobernantes legítimos de su provincia, que ejerzan la autonomía regional y que además establezcan relaciones oficiales con el Gobierno central de mayoría chiíta.
En segundo lugar, el parlamento aprobó una amnistía parcial para los presos, el 80% de los cuales es sunita. Por último, votó un presupuesto nacional de 48.000 millones de dólares que asigna ingresos estatales (alrededor del 85% de los cuales procede del petróleo) a las provincias. Por ejemplo, el Kurdistán recibe una sexta parte de los fondos.
¿Qué van a decir ahora los demócratas? Se quejarán de que aún no hay ninguna ley de distribución del petróleo. Cierto. Pero los ingresos del petróleo están siendo distribuidos entre las provincias a través del presupuesto nacional. El hecho de que el parlamento no se pudiera poner de acuerdo en una fórmula permanente para el futuro simplemente significa que los réditos del crudo serán asignados como parte del proceso presupuestario anual. ¿Es esto una razón para dejar Irak en manos de al-Qaeda e Irán?
A pesar de todo el progreso militar y político, los demócratas permanecen inflexibles en su compromiso con la retirada según un calendario artificial que supone un genuino peligro para la "posibilidad muy real de que Irak emerja como un estado estable y seguro".
¿Por qué? Imagine los efectos de la consecución de un Irak seguro y estable, con buenas relaciones con Estados Unidos, y sobre todo victorioso sobre al-Qaeda, en la región y en la práctica en todo el mundo musulmán. ¿Están los demócratas tan absortos en negar a George Bush el triunfo retroactivo en una guerra que insisten le pertenece a él solo como para negar a su propio país una victoria que ya es alcanzable?
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