No lleven bolso y así no se lo robarán
Los madrileños saben perfectamente que tanto ellos como sus conciudadanos sí cierran puertas y ventanas porque le suelen tener cierto aprecio a sus propiedades. Y cuando escuchan frases como las del policía Barón piensan que los están tomando por tontos.
Se cuenta la historia de que Nikita Kruschev, al ser sustituido por Leónidas Breznhev, le entregó dos cartas, diciéndole: "La primera vez que te encuentres en una situación imposible, abre la primera carta. Cuando te suceda otra vez, abre la segunda." Cuando el nuevo mandatario soviético se encontró en dificultades abrió la primera de las dos cartas. Decía: "Echame a mí la culpa." Obedeció y pudo salir del trance. Pero pocos meses volvió a verse en una situación similar, así que abrió la segunda misiva. Esta decía: "Escribe dos cartas."
El Gobierno del PSOE ha procurado echar la culpa al PP de buena parte de los males que ha provocado, apropiándose además los méritos de su herencia en economía e infraestructuras. Pero cuando la excusa se ha agotado, en lugar de reconocer su inoperancia, el blanco de los socialistas han sido los propios ciudadanos. Tenemos ejemplos a mansalva, algunos bien recientes. Si hay inflación es que no hemos interiorizado el valor del euro. Si suben los precios de los alimentos es que no compramos conejo. Si contemplamos con temor la evolución de la economía es que somos antipatriotas. Y ahora, si nos roban es que hemos dejado abiertas puertas y ventanas, según el jefe de Policía de Madrid, apresurándose a defender de tan original manera a la delegada del Gobierno Soledad Mestre, esa misma que aseguró que en Alcorcón no había bandas latinas.
Desgraciadamente, las tácticas propagandísticas no funcionan y nunca han funcionado en aquellos asuntos que más directamente viven los ciudadanos. Los madrileños saben perfectamente que tanto ellos como sus conciudadanos sí cierran puertas y ventanas porque le suelen tener cierto aprecio a sus propiedades. Y cuando escuchan frases como las del policía Barón no aprecian la sutil y penetrante profundidad de sus argumentos, sino que piensan que les están tomando por tontos. Algo que se repite cuando Zapatero, Solbes, Caldera y compañía aseguran que la situación económica es fabulosa y sólo la ensombrecen las críticas de unos pocos antipatriotas.
Las medidas para reducir la criminalidad son, en buena parte, conocidas. Aumentar la presencia policial e incrementar las penas para disuadir a los delincuentes y que pasen más tiempo entre rejas y menos en la calle. Desgraciadamente, el buenismo progresista que tan bien encarna Zapatero considera que los culpables de que se robe y se mate no son quienes roban y matan, sino una sociedad injusta que les empuja a hacerlo. Así, la única función de la cárcel sería la reinserción, porque el castigo es, por definición, injusto, al no aplicarse al verdadero responsable.
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