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Agapito Maestre

La legislatura del terror

Tiendo a pensar que los votantes socialistas entienden menos de libertades y dignidad nacional que de formas diversas de engordar la panza.

La intervención de Astarloa, el representante del PP, en la Cámara Baja fue ajustada a los cánones de las democracias más desarrolladas de Occidente. Sin embargo, a pesar de los últimos crímenes de ETA, el Gobierno no ha querido renunciar a la resolución política que el Congreso de los Diputados le concedió para negociar con la banda criminal. Por lo tanto, si el PSOE gana las elecciones seguirá como hasta ahora, haciendo cambalaches con ETA y gobernando con los nacionalistas. He ahí el gran "éxito" de toda su legislatura. También podría ser su gran fracaso, si y sólo si España fuera un país desarrollado democráticamente; sin embargo, tiendo a pensar que los votantes socialistas entienden menos de libertades y dignidad nacional que de formas diversas de engordar la panza. Me temo lo peor. La miseria y el rebajamiento moral, el despotismo administrativo y las paces bochornosas con los criminales que este Gobierno ha practicado con profusión a lo largo de su mandato dominarán sobre la conciencia nacional. Sobre la democracia.

Pronto el resultado de las elecciones generales me darán o me quitarán la razón. Mientras tanto, mientras llega el fin del socialismo o su continuidad, es menester recordar que el Gobierno acaba esta legislatura como la comenzó, a saber, negociando con el terrorismo. Sí, sí, marcado por el terror, o mejor, dirigido a dialogar con los terroristas será el juicio histórico que darán los futuros politólogos del Gobierno de Zapatero en una nación dividida. Por supuesto, habrá quien recuerde que, incluso antes de llegar al poder, un socio de los socialitas catalanes, Carod-Rovira, de ERC, negoció con ETA que la banda criminal no atentara en Cataluña.

ETA, tres semanas antes del atentado del 11-M, sacó un comunicado, exactamente el 18 de febrero de 2004, después de haberse reunido con Carod-Rovira en Francia, que dejaba claro el vínculo entre el terrorismo y el nacionalismo. Ese comunicado dejó al descubierto lo que sería el futuro político del socialismo español. La inflexibilidad de ETA a la hora de definir la agenda política del nacionalismo desnudaba el oportunismo de los políticos chantajistas. Carod-Rovira y ERC, el nacionalismo del PSC y de sus acompañantes en el Gobierno de Cataluña y también los nacionalistas del País Vasco quedan bien retratados en el comunicado de ETA. Las palabras de los criminales de ETA sembraron la duda entre los ciudadanos españoles de a pie, que intuían que todos esos políticos eran meros instrumentos, aliados coyunturales de ETA para llevar a cabo su política criminal.

El comunicado de ETA había penetrado en las entrañas de los ciudadanos: ETA dejaba de matar en Cataluña, sólo y exclusivamente porque su Gobierno había demostrado una voluntad independentista "similar" al de la banda criminal. Además, el comunicado de ETA dejaba claro un asunto clave: o Rodríguez Zapatero negociaba con ETA o era un cadáver político. El Gobierno, a pesar de los crímenes de ETA, optó por la negociación, o sea, por seguir a ETA. Eso es todo. Es duro de admitir para una persona educada en valores democráticos y pacíficos, pero es tan real como patético para los socialistas que aún luchan por la nación democrática. El PP lo acaba de poner en evidencia en el Congreso. En efecto, cuando al PSOE se le saca de sus medias verdades, de sus ambigüedades chantajistas, como ha hecho el PP en el Congreso de los Diputados, exigiendo que renuncie a ese "plus" para seguir negociando con ETA, aparece la verdad desnuda: entre el nacionalismo independentista y la nación democrática, el PSOE siempre se queda con el primero. Eso, insisto, no significará, como a algún demócrata le gustaría concluir, que el "pueblo" español le dé la espalda al PSOE en las elecciones próximas. Al contrario, si tenemos presente lo que sucedió en el pasado, incluso lo premiará.

No obstante, si dejamos al margen esas consideraciones sobre las relaciones del PSOE con ETA, sólo cabe una expectativa optimista para el PP en las próximas elecciones: recordar que, sin el atentado del 11-M, seguramente el PSOE nunca hubiera ganado las elecciones del 14-M.

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