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Agapito Maestre

La resaca del 11-M

No importa lo que diga la sentencia. Lo decisivo es lo que ellos le hacen decir.

O intentamos superar los traumas del 11-M o esto corre el riesgo de la bronca permanente sin ningún sentido democrático. El 11-M se llevó por delante la vida de muchos españoles y dejó heridos a miles, pero, sobre todo, ha dejado heridas en nuestra democracia que hoy están aún más abiertas que en el 2004. Por un lado, la vida política parece al margen de la vida ciudadana y, por otro, el espacio público político, especialmente el generado en los medios de comunicación, parece servir antes a intereses partidistas, o peor, personales, que democráticos. El 11-M nos arrastra a todos sin sentido. Estamos al borde de la negación de cualquier consenso posible para seguir construyendo vínculos democráticos. La reacción del PSOE ante la sentencia del Tribunal de la Audiencia Nacional, presidido por Gómez Bermúdez, me hace temer lo peor. Tampoco ha estado muy inteligente Rajoy al comentar la sentencia, pero de las torpezas del PP hablo otro día.

El problema, hoy, es que el PSOE, después de la puesta en escena de Blanco y su equipo de la obra El culpable intelectual fue Aznar, ha optado por el peor, el más estúpido y cruel de los caminos. La agitación y la propaganda hasta eliminar a la oposición es la opción bastarda de Blanco. Creo que el PSOE abandonará cualquier tipo de autolimitación en el ejercicio del poder e intentará, definitivamente, arrasar por todos los medios a su alcance con la alternancia política. Ellos ya han interpretado la sentencia, o peor, hacen coincidir la sentencia con su posición política. Una vez más, es la imprudencia totalitaria de hacer decir a un juez, en este caso a una sentencia, lo que ellos ya habían previsto. Eso es una perversidad, pero, sin duda alguna, es la base de los gobiernos totalitarios: verdad, justicia y política coinciden.

El Gobierno de Zapatero no renunciará fácilmente a esa identificación, entre otras razones porque es la política que ha practicado desde que ganó las elecciones. No importa lo que diga la sentencia. Lo decisivo es lo que ellos le hacen decir. Lejos de intentar superar ese 11-M a través de una política inteligente de continuidad en la política internacional y de integración de la oposición en las grandes medidas, el PSOE no ha hecho otra cosa que recordar con saña aquellos atentados haciendo culpable al PP de la salvajada. El PSOE ha hecho, en efecto, lo contrario de la política del Partido Demócrata después de los atentados del 11-S. El Gobierno no ha dejado día alguno de recordarle al PP su "culpabilidad" en el 11-M. Ha sido su venganza con la institución de la "Oposición", el PP; después, contra el legislativo, porque hizo de la famosa Comisión del 11-M un órgano de propaganda del PSOE; ahora le toca a la justicia, al convertir la sentencia de la Audiencia Nacional en un "destilado" jurídico de sus posiciones políticas. Un despropósito.

Sin embargo, ese despropósito lo sufrimos todos los españoles, porque deja sin credibilidad las principales instancias de la democracia. No es, pues, la prudencia la virtud más relevante del Gobierno de Rodríguez Zapatero, sino la destrucción del tejido democrático. En fin, esta sentencia será, una vez más, el mejor motivo para no aceptar que su triunfo el 14-M había sido preparado por los atentados del 11-M. Volverá, pues, a sacar pecho, y contra todas las evidencias que muestra que sin el 11-M no habrían llegado jamás al poder, y, lejos de practicar una política de apaciguamiento y sosiego con el PP, al que todas las encuestas antes del 11-M le daban por vencedor, volverá a culparlo de los atentados hasta el punto de convertirlo en un partido de apestados.

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