Los nuevos dogmas
Se trata, por supuesto, del cambio climático, un verdadero dogma que, en una sociedad que presume de secularizada y racional, irrumpe en nuestro sistema educativo
La introducción de la materia Educación para la Ciudadanía ha puesto de relieve el carácter adoctrinador de algunas políticas educativas. Evidentemente, ese riesgo ha existido siempre y no desaparecerá fácilmente; la novedad de Educación para la Ciudadanía es que se trata de una materia obligatoria de educación moral y transmisión de valores e ideologías que no son compartidos por toda la sociedad. A título de ejemplo, la expresión "los derechos humanos como una conquista histórica inacabada", presente en el programa oficial de la dichosa asignatura, implica toda una filosofía. No se trata de estudiar y defender la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 sino de educar a los alumnos en "los nuevos derechos"a los que se refiere Zapatero o defiende Amnistía Internacional desde posiciones ideológicas concretas.
Este carácter adoctrinador, sin fundamento científico riguroso, está presente en una nueva creencia de la que, al parecer, no se puede discrepar. Se trata, por supuesto, del cambio climático, un verdadero dogma que, en una sociedad que presume de secularizada y racional, irrumpe en nuestro sistema educativo. Su profeta, Al Gore; su predicador, Zapatero, que ha invertido nada menos que 580.000 euros para que el "nuevo catecismo" llegue a todos los centros educativos españoles. Que por cierto, el documental de Al Gore se llama Una verdad (nótese el carácter irrefutable del término) incómoda.
Curiosamente, entre los objetivos de la asignatura Ciencias de la Naturaleza para Educación Secundaria Obligatoria establecidos por el Ministerio de Educación se encuentra el "reconocer el carácter tentativo y creativo de las ciencias de la naturaleza, así como sus aportaciones al pensamiento humano a lo largo de la historia", apreciando los grandes debates superadores de dogmatismos.
Es decir, todos los dogmas (se refiere evidentemente a la Biblia y a la tradición judeocristiana) deberán ser cuestionados menos el predicado por Al Gore. No olvidemos que, como el propio ex vicepresidente estadounidense ha reiterado, el calentamiento global es un problema moral (otra vez el adoctrinamiento) que debe incidir en la actuación personal y colectiva de los seres humanos. Como ha señalado Alan Atkisson (director de Carta de la Tierra Internacional) la batalla emprendida por Al Gore está inspirada en la Carta de la Tierra, un verdadero credo que incluye "una perspectiva ética integral, basada en los valores compartidos" y sacraliza la Tierra como una verdadera deidad.
En fin, que hemos de estar atentos a la nueva creencia que se impondrá en los próximos años. Y pretende ser incuestionable porque se defiende a sí misma como una religión y un código moral que los ciudadanos deben creer a pies juntillas. ¿No habrá llegado la hora, desde la razón, de cuestionar determinados mitos alejados del rigor científico?
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