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¿Qué quieren en Gaza?

El mes pasado Israel declaró a Gaza "territorio hostil". Lo era entonces y lo sigue siendo ahora. Nadie en su sano juicio puede criticar que intente acabar con los bombardeos sobre su población por un método que no recurre al uso de la fuerza.

¿Qué quieren los palestinos de Gaza y el Gobierno de Hamás que les representa? Una cosa hay muy clara, lo que no quieren. Y eso que no quieren es dejar en paz a Israel. Hay dos ejemplos muy concretos. El primero, el Gobierno de Hamás se ha manifestado absoluta y rotundamente contrario a aceptar negociación alguna con los israelíes en la próxima cumbre de Anápolis y, en consecuencia, se muestran contrarios a asumir el posible compromiso al que puedan llegar el primer ministro israelí y el presidente de la Autoridad Palestina sobre cómo lograr avanzar hacia la solución de los dos estados que convivan en paz y seguridad. Puede que la cumbre de Anápolis no sea el vehiculo ideal para lograrlo, pero el rechazo frontal de Hamás no debe dejar lugar a dudas: desde Gaza no se busca compromiso alguno.

En segundo lugar, no ha habido día en los últimos meses que no se bombardee suelo israelí desde Gaza empleando los ya tristemente famosos cohetes Kassam, producidos en la propia Franja con un único objetivo: hacerle la vida imposible a los ciudadanos de Israel que tienen la suerte y la desgracia de querer vivir en sus hogares al otro lado de la frontera.

El jueves pasado, el actual ministro de Defensa, Ehud Barak, autorizó los cortes intermitentes de energía desde Israel a Gaza como una forma de hacer ver que la agresión no puede continuar sin que se sufra ningún coste. La electricidad que se consume en Gaza proviene en su mayoría de la central israelí de Askhelon, paradójicamente bombardeada de cuando en cuando con los cohetes de Hamás. En torno al 20% restante se produce en la propia Gaza y el resto lo suministra Egipto.

¿Es un derecho adquirido de los ciudadanos de Gaza recibir, pase lo que pase, la energía desde Israel? Claramente no. Es más, aunque el Gobierno de Olmert sólo pretenda tener un impacto más que relativo, evitando crear situaciones de emergencia entre la población de Gaza, ni puede ni debe haber suministro israelí de electricidad y gasolina si no se dan las condiciones mínimas de seguridad hacia la población israelí. ¿O acaso no es indiscriminado que los Kassam aterricen día sí y otro también en escuelas, guarderías y otros centros públicos que nada tiene que ver con las fuerzas armadas de Israel? Incluso Javier Solana, en su última visita a Sderot, sufrió en sus propias carnes una agresión, al impactar un cohete lanzado desde Gaza a un escaso centenar de metros de donde se encontraba su comitiva.

El mes pasado Israel declaró a Gaza "territorio hostil". Lo era entonces y lo sigue siendo ahora. Nadie en su sano juicio puede criticar que intente acabar con los bombardeos sobre su población por un método que no recurre, por una vez, al uso de la fuerza.

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