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Educar para la violencia

El odio hacia sí mismo, el rechazo de unos valores transmitidos de abuelos a padres e hijos, dejará la puerta abierta a que hagan de nuestros hijos cualquier cosa, sin límite alguno en el uso de la violencia.

Animamos a nuestros lectores a consultar la legislación que sienta las bases de la nueva asignatura de “Educación para la ciudadanía”, en educación primaria y en educación secundaria. Ya alertamos anteriormente del proyecto que se esconde detrás del engendro, una formación del espíritu progre. Y ahora, cuando los manuales ya se han perfilado y se inicia el curso escolar, queremos señalar otra característica; se trata de una asignatura peligrosa, de la que emana una hostilidad absoluta hacia el que es ideológicamente “otro”.

La nueva asignatura impone a nuestros hijos una forma de ver el mundo y la sociedad, y un comportamiento moral que se deriva de ello. La asignatura señala unos males; la guerra, la pobreza, la discriminación; un culpable, la sociedad europea y española, es decir, los padres y los niños escolarizados; unos redentores, los pedagogos socialistas de ZP, la señora de Arenillas y Peces Barba –ya saben, el amordazador de víctimas–. Y un método; sumergir desde la más tierna infancia a los españoles en un método de lavado de cerebro donde se les enseñará dos cosas: a odiarse a sí mismos, y a odiar a quien no se odie a sí mismo.

El odio hacia sí mismo, el rechazo de unos valores transmitidos de abuelos a padres e hijos, dejará la puerta abierta a que hagan de nuestros hijos cualquier cosa, sin límite alguno en el uso de la violencia. Ya no se tratará de ejercer ésta sobre el criminal o el delincuente, sino contra todo aquel que no se sume al “minuto del odio” contra la historia de España, contra Israel, contra el cristianismo, contra Bush o contra Aznar. Y esto, desde la más tierna infancia.

En relación con la paz, no sólo no la predica, sino que “Educación para la ciudadanía” destila hostilidad por los cuatro costados. Ningún padre debiera llamarse a engaño. No busca ni extender la paz ni eliminar el odio de los corazones de nuestros hijos; lo que pretende es crear odio y encauzarlo en la dirección adecuada. 

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