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EDITORIAL

RTVE, manipulación en negro sobre blanco

Una cláusula permite ocultar cualquier aspecto de lo que ocurra simplemente considerando que reflejarlo puede "perturbar la convivencia". Resulta llamativo cómo los viejos conceptos reaparecen aunque sea con palabras distintas.

Radio Televisión Española es, seguramente, la institución pública que más ha cambiado sin haber cedido un ápice, no obstante, a los objetivos que la inspiraron, y que pasan por la defensa del discurso oficial. Claro es que no juega el mismo papel en una dictadura que en una democracia. No es lo mismo la defensa de un régimen que la del partido en el poder y del gobierno sustentado por éste. Pero el servilismo al poder ha permanecido director tras director. Lo que ha cambiado es la posición monopolística que ocupaba y que más tarde de lo que correspondería a una verdadera democracia ha acabado perdiendo.

La última reforma de la Corporación, filtrada al órgano oficioso El País, promete, como no podía ser menos, mantener la independencia informativa del poder político. Como el criterio al respecto se ha mantenido igual desde el comienzo, nada cambiará al respecto. Pero llama la atención que se prescriba, sin rubor alguno, no ya prestar especial atención a las actividades de la Corona, que casi parece una amenaza proviniendo de La Moncloa, sino la "cobertura" del presidente del Gobierno y demás miembros del gabinete.

Si esta prescripción pone en negro sobre blanco el hecho de que, a base de mirar y amplificar la estrategia del Gobierno y de separarse, por ende, del verdadero devenir de la sociedad, hay otro punto que resulta igualmente significativo. Una cláusula permite a los responsables de la información ocultar cualquier aspecto de lo que ocurra simplemente considerando que reflejarlo puede "perturbar la convivencia". Resulta llamativo cómo los viejos conceptos reaparecen aunque sea con palabras distintas. Qué duda cabe de que a juicio de TVE, de Moncloa, en definitiva, las numerosas y multitudinarias manifestaciones de los españoles contra su política "perturbaban la convivencia" tal como la entiende el Gobierno. La sumisión, en suma.

Otro pasaje glorioso del Mandato-marco es el que prevé "contribuir a la construcción de la identidad y la vertebración de España", palabras que están elegidas para servir exactamente a lo contrario. En otro punto se proscribe cualquier contenido que pueda provocar en los televidentes un sentimiento de discriminación o vejación "por razones de edad, discapacidad, raza, religión, sexo u orientación sexual" o evitar recrear lo que entiendan los tópicos regionales o de clase. En primer lugar porque el sentimiento pertenece a cada espectador y es imposible de controlar, por lo que en realidad sirve para acudir al amparo de este bodrio cuando quieran filtrar la mercancía averiada del progresismo. Porque no mencionan a que nadie pueda sentirse discriminado por razón de ideología. No existe más que la oficial y quienes tengan un pensamiento independiente no tienen ni derecho a quejarse.

Los planes del Gobierno pasan por apuntalar una realidad cotidiana y que es consustancial al medio público. La manipulación al servicio de los intereses del poder.

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