Para el PSOE, ciudadano es quien se somete al Estado
El concepto de una asignatura en la que se pretenda obligar a respetar una moral común es algo tan contrario a una sociedad libre que sólo puede considerarse que han aprobado de verdad Educación para la ciudadanía quienes objeten.
Han pasado los tiempos en que la izquierda defendía y promovía la insumisión contra una ley que ponía al Estado por encima del individuo. En aquel entonces era la obligación de los jóvenes de ceder un buen montón de meses de su vida al Ejército o al trabajo social para aquellos a quienes su conciencia o su conveniencia les llevaba a escoger esta opción. La ley por la que el PP derogó el servicio militar obligatorio, la mili, dio la razón a quienes llegaron a enfrentarse a la cárcel por no obedecer una obligación legal injusta, aunque posiblemente muchos lo hicieran más por rechazo al Ejército que por defender la libertad individual. Hoy, en cambio, la izquierda apoya que el Estado se imponga mediante la apisonadora de su monopolio legal de la coacción y la violencia a quienes desean defender a sus hijos de la ideología propugnada desde el Poder.
Peces Barba no es sólo redactor de la Constitución, ex rector de la Universidad Carlos III y ex comisario político contra las víctimas del terrorismo. Es también el ideólogo de la asignatura de Educación para la ciudadanía. Por eso tiene especial interés la falta de argumentos, el sectarismo, el anticlericalismo y el afán de imponer sus ideas demostrado una vez más en la sábana escrita en defensa de la asignatura en el BOE ilustrado. Porque cuando el ideólogo de la Formación del Espíritu Progresista considera que una organización religiosa protesta porque tiene "una sensación de impunidad" al hacerlo, la única conclusión que cabe extraer es que entre los "valores" que se piensan impartir no se encuentran ni la libertad religiosa ni la libertad de expresión.
La táctica que han empleado los socialistas para publicitar esta asignatura ha sido la de afirmar que no se puede disentir con un temario que, al fin y al cabo, sólo pretende inculcar valores compartidos por todos como la tolerancia, el pluralismo, la igualdad y un sinfín de palabras que poseen en general una característica común: son empleadas por distintas personas con significados completamente distintos, cuando no opuestos. Así, cuando la izquierda habla de tolerancia, no incluye en ella ni a la derecha ni a la Iglesia católica, como acaba de demostrar Peces Barba con su intolerante artículo. Cuando la izquierda habla de pluralismo, se refiere a las distintas formas que existen de oponerse al PP, ya sea desde el comunismo o desde el nacionalismo más racista. Cuando se habla de igualdad no se refieren a la de todos ante la ley, sino a la de resultados, que debe forzarse mediante leyes como la de paridad.
Es evidente que en una sociedad abierta, una sociedad libre, no tiene por qué existir consenso sobre los valores que guían la vida de cada uno. Mientras esos valores no pasen por el sometimiento del otro, cada cual ha de ser libre de buscar su propia felicidad de la manera que estime más conveniente. Una sociedad libre puede definirse, de hecho, como aquella en que no sólo no existe un consenso básico sobre los objetivos comunes, sino que ni siquiera se pretende que éstos existan. Una sociedad abierta es aquella en la que se convive buscando cada uno en libertad su propio camino.
Peces Barba recurre al anticlericalismo para ocultar que la Iglesia no sólo está defendiendo que no se enseñe una fe laicista en las escuelas, sino también la libertad de todos, luchando para que no se nos imponga una moral de Estado. Resulta irónico que recurra al apoyo de la jerarquía eclesiástica durante el franquismo de la asignatura de Formación del Espíritu Nacional, reconociendo por tanto una equivalencia entre una y otra que ya era clara para sus críticos, pero que ahora admite, aun involuntariamente, su propio ideólogo.
El concepto de una asignatura en la que se pretenda obligar a respetar una moral común es algo tan contrario a una sociedad libre que sólo puede considerarse que han aprobado de verdad Educación para la ciudadanía quienes objeten.
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