Colabora
Ignacio Cosidó

La victoria de Rajoy

El PSOE ha resistido donde el partido territorial es más fuerte y se ha hundido allí donde Ferraz ha interferido y Zapatero ha cobrado mayor protagonismo.

La estrategia de aislamiento y aniquilamiento del Partido Popular puesta en marcha en los últimos años desde la izquierda se ha saldado con una importante victoria del PP en las últimas elecciones municipales en el conjunto de España. Esta victoria constituye además el mejor aval con el que podría contar el Partido Popular para ganar las próximas elecciones generales. Es más, la victoria del PP tiene aún más valor como anticipo de un próximo cambio en el gobierno de España que por lo que tiene de continuidad en el reparto del poder local y regional.
 
La victoria electoral del Partido Popular ha sido inapelable, por mucho que quiera el inefable Pepiño Blanco que Madrid desaparezca del mapa de España ante la contundencia de la derrota socialista en esta Comunidad. Otra cosa es que los cambalaches y los pactos malabares en algunas ciudades o comunidades autónomas puedan ahora quitar el gobierno a los populares pese a la contundencia de victorias como las de UPN en Navarra o el PP de Baleares, por poner sólo dos ejemplos de mayorías casi absolutas cuyos gobiernos están en riesgo. Es más, a la luz de lo ocurrido parece cada vez más necesaria una reflexión sobre un sistema electoral que termina dando el poder con demasiada frecuencia a los perdedores.
 
No conviene en todo caso caer en un exceso de euforia. Es evidente que la victoria del PP en las municipales no significa automáticamente un cambio en el Gobierno de España. Primero porque no era esto lo que estaba en juego y segundo porque esos 160.000 votos de diferencia tampoco marcan aún una tendencia irreversible. Pero es indudable que el resultado del pasado 27 de mayo tendrá una gran influencia en las próximas elecciones generales.
 
La tendrá, en primer lugar, porque por primera vez un partido en el Gobierno de España ha perdido unas elecciones locales en su primera legislatura. Así, lo más relevante del resultado electoral es que marca un cambio del ciclo electoral desde la llegada del PSOE al poder en España: los socialistas profundizan su declive y el PP ha retomado una senda ascendente.
 
Aún más relevante en términos políticos es que este resultado electoral ha sido sobre todo un triunfo para Mariano Rajoy y un fracaso para Zapatero. Así, la contundente oposición al proceso de negociación con los terroristas o la ruptura del modelo territorial denunciada sistemáticamente por Rajoy en sus tres años de oposición han sido armas utilizadas por el conjunto del PP en esta contienda electoral, mientras que las apuestas más personales de Zapatero en Madrid, en Valencia o en Castilla y León se han saldado con rotundos fracasos. En estas elecciones Rajoy ha sido un valioso activo para el PP, mientras que Zapatero se ha convertido en un lastre para el PSOE. El PSOE ha resistido donde el partido territorial es más fuerte y se ha hundido allí donde Ferraz ha interferido y Zapatero ha cobrado mayor protagonismo.
 
Por otro lado, el 27 de mayo ha puesto de manifiesto que el frente anti-PP puede ser muy útil a los socialistas en términos de poder, pero resulta contraproducente en términos electorales. Los nacionalismos más moderados, como CiU o PNV, empiezan a entender que ese pacto no solo resulta muy poco rentable en votos, sino que imposibilita en gran medida poder formular cualquier alternativa de gobierno a la izquierda. Hay por tanto una sensación, que viene de atrás, pero que estas elecciones confirman, de que el frente anti-PP se resquebraja.
 
Los propios pactos post-electorales a los que avoca el resultado electoral si la izquierda quiere mantener sus cuotas de poder pueden pasar importantes facturas al PSOE a escala nacional. Cantabria es un buen ejemplo de cómo entregar el poder a fuerzas minoritarias con el único argumento de que no gobierne el Partido Popular tiene un elevado coste electoral para los propios socialistas. Pero en este momento es Navarra donde el PSOE se juega más. Un pacto de los socialistas navarros con aquellos que sólo buscan la anexión de Navarra al País Vasco y lo que es peor, la connivencia política del PSN con quienes representan políticamente a ETA en el ayuntamiento de Pamplona, puede tener efectos demoledores para el PSOE no sólo en esa comunidad autónoma sino en el conjunto de España.
 
En definitiva, el resultado electoral del pasado 27 de mayo coloca al Partido Popular como claro favorito no sólo para vencer en las próximas elecciones generales, ya sean en octubre de este año o en marzo del próximo, sino lo que es más importante para poder gobernar tras esa victoria. Pero para lograr esa necesaria victoria el PP tiene que creer aún más en sus propias posibilidades, hacer aún más intensa y efectiva su labor de oposición frente a un gobierno que hace aguas por todas sus vías y definir con mayor precisión cual es su alternativa ideológica y de gobierno al desastre de Zapatero. Todo ello bajo un liderazgo de Mariano Rajoy que sale claramente reforzado de las últimas elecciones y evitando que ningún personalismo entorpezca una victoria que o será de todos o no será.      

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario