Zapatero sin la Zapatera
Ahora se abre una nueva etapa para Europa, con un núcleo central claro: la Alemania de Merkel y la Francia de Sarkozy. Rodríguez Zapatero no está invitado a sumarse a ningún eje emergente. Ni lo estará.
Ya lo habíamos avisado: cuando Rodríguez Zapatero intenta ayudar a un candidato en plena campaña electoral, lo que hace en realidad es hundirle. Pasó con Schröder y ha sucedido de nuevo con Ségolène Royal. Claro que estas cosas siguen pasando porque el socialismo español es totalmente desmemoriado, amnésico. Sin ir más lejos, cuando hasta el sábado se estuvo difamando a Nicolas Sarkozy, calificándolo de rancio, y radical de la derecha extrema, hoy ya dicen que representa "un conservadurismo moderno y abierto". Así están las cosas: frente a los valores y principios que defiende Sarko, un chaqueterismo desvergonzado, aunque sólo sea de boquilla.
En realidad, a nuestro sonriente presidente se le ha debido quedar la sonrisa helada. Él sabía que Kerry iba a ganar y no se cansó de vaticinarlo, y también sabía que la Royal iba a ser la triunfadora. Pero ni Kerry ganó en el 2004, ni la chic Ségolène ha sido capaz de batir a Sarkozy, ese monstruo de la derecha.
Sin la Royal en el Elíseo, Rodríguez Zapatero se ha quedado más solo que la una en la vieja Europa, esa a donde quería retornar. Con Merkel no se entendía bien y, dadas las jugarretas que le ha gastado con Endesa a la empresa alemana E.On, ahora mucho peor. Con Sarkozy como ministro de Interior, Alonso y Rubalcaba no han traspasado la frontera de lo diplomáticamente correcto; mientras que el ahora presidente galo avisaba de que ETA se estaba rearmando, desde Madrid se le pedía que callara la boca y no pusiera en peligro el proceso de diálogo con la banda terrorista.
Ahora se abre una nueva etapa para Europa, con un núcleo central claro: la Alemania de Merkel y la Francia de Sarkozy. Rodríguez Zapatero no está invitado a sumarse a ningún eje emergente. Ni lo estará. Su apuesta por una constitución muerta y su actual posición de querer más constitución, no menos, choca de plano con la postura franco-alemana de avanzar hacia un mini-tratado (mini-tratado, por lo demás, que sólo salvaría la parte institucional y el mecanismo de voto, justo lo que más penaliza a España respecto a lo alcanzado en el Tratado de Niza por Aznar).
Rodríguez Zapatero apuesta siempre a caballo perdedor. La única esperanza internacional que le queda ahora es que después de que la secretaria de Estado de Bush se haya entrevistado ya con Siria, pueda venir por fin verse con Moratinos en Madrid. Al fin y al cabo, Siria e Irán son el eje en el que nos ha metido el Gobierno de ZP.
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