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Pío Moa

Juicios del franquismo

La democracia actual viene del franquismo y no del antifranquismo. Y no por casualidad los máximos peligros que ha corrido, intensificados hoy en grado muy peligroso, provengan de estas legiones de antifranquistas... de después de Franco

En una ocasión me preguntaron qué pensaba del caso de "las trece rosas", las trece mujeres, algunas de ellas menores de edad (pero no menores en sentido estricto, pues la mayoría de edad estaba entonces en 23 años), condenadas a muerte y ejecutadas al poco de acabar la guerra. Fueron ejecutadas, junto con un número mayor de hombres que casi nadie recuerda, en relación con el asesinato previo de un militar franquista, su hija adolescente y su chófer. Pues bien, dije, opino dos cosas: a) que fue un asesinato legal; b) que no murieron por la libertad, sino por el estalinismo.


El estalinismo, como el nazismo, tiene también sus mártires, pero no debemos dejarnos embaucar por la pretensión de los herederos del Frente Popular, empezando por el Gobierno actual, de que eran mártires de la libertad. Eran mártires de la tiranía. Ni tampoco debemos hacer mucho caso a los rasgados de vestiduras moralistas de estos sujetos, pues si alguien entiende de asesinatos legales son precisamente ellos. A qué se dedicaron, si no, sus "tribunales populares" durante la guerra. La política, bajo el grotesco Gobierno actual, se ha convertido en la farsa permanente.

Ahora, los autoproclamados legatarios del Frente Popular se salen con la declaración de ilegalidad para los juicios del franquismo. Y es natural. Unos partidos corruptos hasta el tuétano, enemigos de la Constitución, guerracivilistas y que colaboran con el terrorismo, ya sea islámico o etarra, solo pueden tener el mayor interés en una cosa así. Porque con ello lavan la cara a sus dirigentes de entonces, empezando por Negrín, el "estadista" de Viñas y similares. Lavan la cara de aquellos líderes políticos que tomaron las máximas precauciones para huir de España con inmensos tesoros robados –literalmente– al patrimonio español y a los particulares, pero no hicieron la menor previsión de salvamento para los miles de seguidores suyos, a quienes abandonaron en manos de sus enemigos. Al declarar ilegales los juicios a sus gentes abandonadas ocultan estos hechos; pero ellos, los ilegalizadores, se revelan a plena luz, como dignos continuadores de tales líderes.

Aun queda más claro el interés de la maniobra considerando que bastantes miles de aquellos izquierdistas estaban complicados en crímenes realmente atroces. La forma como se llevaron a cabo los juicios de posguerra –con pocas garantías, aunque ciertamente muchas más que en los tribunales populares de la izquierda– hizo sin duda que cayeran muchos inocentes al lado de los culpables. Pero a los herederos de Negrín no les interesa, claro está, distinguir entre inocentes y culpables, porque ello pondría de relieve las innumerables fechorías de aquel Frente Popular al que veneran. Para ellos, culpables e inocentes, los Peiró y los García Atadell, van juntos en el mismo saco bajo el membrete de "víctimas del franquismo". Tales cosas, repito, solo pueden interesar a unos políticos que buscan la "paz" en compañía de los asesinos etarras o islamistas, que intentan resucitar las pasiones de la guerra, y que están demoliendo la Constitución, y convirtiendo a la justicia en prevaricadora.

La democracia actual viene del franquismo y no del antifranquismo. Y no por casualidad los máximos peligros que ha corrido, intensificados hoy en grado muy peligroso, provengan de estas legiones de antifranquistas... de después de Franco en su mayoría, sin excluir los muchos que entonces trepaban en el aparato de la dictadura. Esos peligros son la corrupción generalizada, el terrorismo, el separatismo y el ataque a la división de poderes. Y la falsificación sistemática del pasado. Todo ello obsequio de tales "antifranquistas" a la sociedad española.

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