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EDITORIAL

El mal francés

Profundamente nacionalista, Francia ha convertido en rasgos inalienables del ser francés el antiliberalismo, el antiamericanismo, la desconfianza hacia la globalización y la competencia en un mundo abierto.

Se ha cerrado la primera vuelta de las elecciones francesas a la presidencia de Francia con una ligera ventaja de Nicolas Sarkozy sobre la socialista Ségolène Royal, ambos los únicos candidatos que podrán disputarse el puesto en los comicios definitivos, que tendrán lugar el próximo 6 de mayo. No ha llegado el centrista François Bayrou ni ha repetido Le Pen como hace cinco años. Lo primero que destaca de los resultados, después de saber quiénes han pasado el corte a la segunda vuelta, es la elevada participación, lo que hace pensar que los franceses son conscientes de que la situación de su país es francamente preocupante.

Efectivamente, Francia es uno de los enfermos de Europa, y de los más graves. Profundamente nacionalista, Francia ha convertido en rasgos inalienables del ser francés el antiliberalismo, el antiamericanismo, la desconfianza hacia la globalización y la competencia en un mundo abierto, y ha abrazado al Estado asistencial y al multiculturalismo como propios. Francia es un país en el que "liberal" constituye el peor insulto en política. Si incluso Jacques Chirac ha ejercido estos años de auténtico líder de la izquierda europea. ¿Cabe extrañarse de su declive económico y moral?

El candidato más "insultado" con el epíteto liberal es sin duda Sarkozy. Él lo rechaza, y hace bien en hacerlo porque apenas se le puede considerar como tal. Es cierto que es el candidato menos alejado de las necesarias reformas para su país, y acaso el único de quien se pudiera considerar capaz de impulsarlas. Pero lo único que con seguridad se puede decir de él es que no es Ségolène Royal, que con sus 100 propuestas para socializar Francia recuerda la "ruptura con el capitalismo" de Mitterrand, aquella debacle. Los socialistas, tampoco los franceses, no aprenden jamás.

No obstante es aún muy pronto para pensar en cómo será Francia bajo la presidencia de Sarkozy, porque en absoluto tiene ganada la segunda vuelta. Su ventaja sobre la socialista es escasa y los grupos aún más a la izquierda de ella suman casi un 10 por ciento y sus líderes ya han pedido el voto para ella. Los votantes de Le Pen no tienen porqué favorecer demasiado al conservador Sarkozy, si bien los de Bayrou sí pudieran acudir a él antes que a la socialista. Ahora sólo queda esperar y ver cómo adecúan sus mensajes para ganarse los votos necesarios y quién se hará, finalmente, con la presidencia del país vecino.

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