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Agapito Maestre

Francia y Europa lo necesitan

Aunque su candidatura no consiguiera la presidencia de Francia, su posición política seguiría siendo la principal referencia para el país galo y para toda Europa. Desde el punto de vista ideológico y político, es obvio que Sarkozy ya ha ganado.

Los altos niveles de indecisión, lo impredecible del voto emigrante y popular y, finalmente, la ambigua dirección del voto femenino no decidirán las presidenciales francesas. Me arriesgo a decir que Sarkozy podrá con todo eso. Al lado de Sarkozy todo es menor. "Todo salvo Sarkozy", lema extremadamente excluyente y totalitario, hace grande al político más carismático de Francia. Sarkozy ganará las elecciones presidenciales, porque habla con el alma a los franceses. Habla con el corazón que es la única manera de aunar convicciones y crear entusiasmo. Hoy, seguramente, es el único político europeo que cree lo que dice, que no se somete a las inmundicias vacuas de cuatros asesores sin más oficio que decir vulgaridades sobre los estudios de opinión.

Sarkozy, seguro, no habría dicho cosas normalitas en TVE a las preguntas inmundas de la socialdemocracia negra. Sarkozy no habría sido aplaudido por El País. Sarkozy se habría enfrentado a los nacionalistas y a los terroristas. Sarkozy habría dicho que cambiaría la ley electoral para situar la representación de CiU y PNV en sus justas proporciones, o sea, en los límites del Parlamento. Sarkozy habría dicho que pide la mayoría absoluta para salvar la nación y, de paso, perseguir a los traidores a la patria. Sarkozy, en fin, habría grabado en el alma de millones de españoles que esto, la nación española, está en almoneda y no hay otra alternativa que la suya o seguir con la basura de la socialdemocracia-nacionalista. Punto. Todo lo demás son zarandajas.

Sarkozy no es un hombre normal. Es un político para una situación de crisis sin precedentes en Francia desde la Segunda Guerra Mundial. Es el político que busca Europa desde la caída del Muro de Berlín. Es la única esperanza. Por eso, precisamente, porque no hay otro que represente mejor que él la pasión por la política, la esperanza política, Sarkozy ganará en Francia y será el líder político más importante de Europa. La política de la UE se hará mayor de edad con Sarkozy. ¿Cómo no le van a tener miedo los mediocres y los tecnócratas? Es de los pocos en Europa que saben que el intervencionismo y el nihilismo pueden combatirse con pasión política.

Alguien me objetara que no es suficiente la pasión. Está claro que se necesita algo más. Por supuesto, pero nadie que haya oído, leído o, sencillamente, seguido la tarea política de este hombre como ministro podrá negar que es el único político, en toda Europa, que tiene una idea clara de lo que se debe hacer desde la presidencia de una República que fue una fundadora de la UE para enfrentarse a una justicia sin libertad, enfermedad comunista no superada por el intervencionismo de los Estados de la UE, y una libertad sin verdad, horrible tumor de la cultura capitalista que pocos se atreven a operar utilizando el instrumental de la cultura occidental.

Cualquiera que haya prestado un mínimo de atención a Sarkozy sabe que éste hace plástico y concreto lo abstracto y universal, y viceversa. Las ideas políticas de este individuo forman parte de su acción. Tomen como ejemplo su perspicacia a la hora de analizar la entrega de Zapatero a ETA y sabrán de lo que hablo. Este político es más que un gestor y más que un patriota. Por eso, toda Europa, derecha e izquierda, apoya a Sarkozy. Todos lo necesitan. Sin su pasión, sin su entrega, sin su sentido de la responsabilidad y, obviamente, sin su prudencia y mesura, hoy por hoy, Europa es inviable. Aunque su candidatura no consiguiera la presidencia de Francia, su posición política seguiría siendo la principal referencia para el país galo y para toda Europa. Desde el punto de vista ideológico y político, es obvio que Sarkozy ya ha ganado. Los ciudadanos lo saben, pero también los burócratas y tecnócratas de la UE son conscientes de que sin políticos como Sarkozy, en los antípodas de lo políticamente correcto, Europa quedaría reducida a un mercado mortecino y sin futuro político. Francia y Europa lo necesitan.

Si alguien quiere una prueba de lo que digo, sí, del apoyo de todas las fuerzas políticas europeas a Sarkozy, incluida la Internacional Socialista, mire el final de campaña, el último mitin, de la señora Ségolène Royal. Excepto Zapatero, ningún líder socialista europeo ha acompañado a la señora Ségolene. Los socialistas europeos más inteligentes y responsables se han quedado al margen de la campaña de un PSF dividido. Otro tanto se podría decir del candidato Bayrou, apoyado sólo e indirectamente por el triste Prodi. También los medios de comunicación han sido explícitos, por ejemplo, el influyente semanario financiero The Economist ha apostado por Sarkozy, y asimismo cientos de políticos europeos, según una encuesta de la agencia Reuters, lo han mirado con simpatía y entusiasmo.

¿Y qué decir de la elección de todos los presidenciables franceses en general, y de Sarkozy en particular, respecto a España? ¿Cuál es la principal diferencia entre una y otra nación? Sencilla: los líderes políticos franceses creen en la nación, mientras que los españoles, excepto los del PP y con muchos matices, se avergüenzan de la realidad nacional y ceden a los nacionalistas, separatistas y terroristas lo que nos constituyen como ciudadano libre e iguales ante la ley. El contraste político entre Francia y España no puede ser más desfavorable para nosotros. El presidente del Gobierno de la Nación española tiene como primer objetivo acabar con la nación, según se deriva de su asalto a la Constitución del 78 a través de la "reforma" torticera de los estatutos de autonomía y su negociación con ETA, mientras que los presidenciables franceses apelan a la nación como base de sus programas; incluso la socialista Ségolène pretende que todos los franceses tengan la bandera de Francia en casa y sepan la letra de la Marsellesa.

Mientras que España renuncia a su ser, Francia se agarra a su tradición nacional. Francia aparece a los ojos del mundo como un país sensato, mientras que España es tratada como un país bananero (baste citar la retirada de tropas de Irak sin avisar a nuestros aliados, proponer un "concepto" bárbaro como es el de Alianza de Civilizaciones y despedazar una empresa nacional por un capricho salvaje). La tragedia de España es que a Zapatero le sobra España. La grandeza de Francia es que todos los candidatos a las presidenciales necesitan a Francia. La Nación francesa es la única que puede sacar del atolladero a la V República Francesa. La constitución de la Nación a través de la Nación misma es la única solución de todos los candidatos para fundar la VI República, que podría superar los grandes déficits estructurales y morales de Francia.

Sin embargo, en el actual estadio histórico sólo hay una posibilidad de llevar a cabo esa reforma: la Nación es la solución si toma en serio la Unión Europea. En esto Sarkozy está por encima del resto de los candidatos, porque sabe que sólo con unas exactas relaciones con Estados Unidos puede Francia volver a ser el motor de integración de la UE. Prueba de su acertado diagnóstico es que la izquierda y la derecha europea ven con muy buenos ojos a Sarkozy, mientras que el resto de candidatos han sido abandonados por sus respectivas internacionales. El caso de la socialista Ségolène Royal, reitero, es paradigmático.

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