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Pío Moa

El discurso real, pero encubierto

Hace pocos años nuestro partido practicó nuevamente lo que ustedes mismos han llamado terrorismo de estado, en el caso GAL. Fue, desde luego, un error, porque abría innecesariamente una brecha entre ustedes y nosotros

"Señores de ETA:

La extrema derecha española insiste en que el diálogo, la negociación, entre ustedes y nosotros es imposible, y sin embargo nosotros creemos que compartimos puntos en común lo bastante importantes como para afirmar rotundamente lo contrario.

En primer lugar, tanto ustedes como nosotros nos proclamamos socialistas, y ese solo hecho permite concebir una amplia plataforma de entendimiento. Tanto ustedes como nosotros somos conscientes de la existencia de lo que hemos denominado "océanos de injusticia y de pobreza", y sabemos perfectamente a qué concretos intereses de tipo imperialista obedece tal situación. Conocemos también los remedios, que nuestra común conciencia socialista nos inspira: la solidaridad de los oprimidos frente a la explotación y la opresión de los débiles y los marginados. En ese sentido, ustedes y nosotros también podemos y debemos ser solidarios.

Otro punto, de vasto alcance, que nos separa de la extrema derecha y nos acerca a ustedes, es la cuestión de la unidad de España. Para los reaccionarios se trata de un tabú, pero nuestro espíritu abierto y progresista nos permite comprender las reivindicaciones de ustedes y la necesidad de corregir una serie de injusticias históricas. No hacemos de la unidad de España una vaca sagrada, lo cual no obsta para que propugnemos, por razones de estrategia política, mantener un barniz unitario que permita a nuestro partido participar en las elecciones y apoyarnos después mutuamente, ustedes y nosotros, en la obra de gobierno frente a la derecha españolista. Entendemos muy bien que ustedes deseen separarse de una España retrógrada, pero piensen que una fórmula como la que proponemos, un estatuto como el catalán, incluso profundizado, convertiría en residual el estado central, admitiría una serie de naciones y supondría a efectos prácticos la independencia de Euskadi, Cataluña etc.; y al mismo tiempo nos permitiría a todos, en Euskadi y en España, afrontar al enemigo común. Con una separación total, esa posibilidad se desvanece y todos saldríamos perjudicados.

Nuestra posición al respecto queda de relieve también en el tema secundario, pero no irrelevante, de los símbolos. Habrán apreciado ustedes que en nuestras manifestaciones nunca aparece la bandera española, sino la de la república asociada a la roja de los oprimidos y explotados. Como puede suponerse, esto no es casual, pues entra en una larga tradición. El PSOE nunca fue un partido españolista, sino internacionalista, y republicano, no monárquico, y por ello abierto a las justas reivindicaciones de ustedes.

Otro punto del máximo interés consiste en la oposición de ustedes a la Constitución. Tampoco nosotros convertimos la Constitución en una vaca sagrada, máxime cuando sabemos que no dejó de ser una imposición del franquismo que por entonces no estábamos en condiciones de impedir. Ustedes habrán sabido entender que nuestro esfuerzo por recuperar la memoria histórica, es decir, el sano espíritu republicano y progresista, va precisamente contra la línea de flotación de la Constitución actual. También se habrán percatado, esperamos, de nuestro esfuerzo por controlar los tribunales adecuados, el Constitucional, el Supremo y otros órganos judiciales –han tenido buena prueba de ello en el caso de su militante De Juana Chaos–, con vistas a frustrar las maniobras reaccionarias. En estos puntos creemos que también nuestros intereses coinciden en lo esencial.

Queda la espinosa cuestión de las acciones armadas. Tampoco compartimos en este punto la posición supuestamente de principios de la derecha, y nuestra activa, y creemos que bastante eficaz, lucha contra la AVT y otros grupos retrógrados dan buena fe de ello. Además, quizá ignoren ustedes que nuestro partido, desde su fundación, no ha dudado en apoyar y a menudo practicar ese género de acciones. Nuestro fundador, Pablo Iglesias, expuso claramente su respaldo a cualquier atentado contra el ultraconservador Maura y durante la huelga revolucionaria de 1917 el PSOE no vaciló en realizar acciones armadas. Una de ellas, un descarrilamiento de tren, precisamente en Bilbao, causó decenas de muertos y heridos, tributo doloroso, pero justificado en la lucha por un porvenir mejor para la Humanidad.

Durante la república, nuestras juventudes suprimieron a numerosos elementos fascistas, y ustedes recordarán que el ajusticiamiento de Calvo Sotelo fue obra de nuestros hombres. Algún seudohistoriador, pagado por la caverna, insiste en acusarnos de haber organizado la guerra civil, porque así consta en nuestros documentos. Por razones de estrategia electoral nos interesa negarlo, pero ustedes y nosotros comprendemos fácilmente que se trató de una necesidad histórica, de la que nos sentimos íntimamente orgullosos. Hoy, sin embargo, quizá no sea preciso recurrir a aquellos métodos, siempre que las fuerzas progresistas del país sepamos marchar juntos y distinguir con claridad el enemigo principal.

Hace pocos años nuestro partido practicó nuevamente lo que ustedes mismos han llamado terrorismo de estado, en el caso GAL. Fue, desde luego, un error, porque abría innecesariamente una brecha entre ustedes y nosotros, pero no fue practicado con el fin de destruirles, sino de empujarles a negociar, cosa a la que ustedes se mostraban entonces sumamente reacios. No nos importa reconocer nuestro fallo, pero ustedes deben admitir que no siempre han acertado en su táctica. En todo caso aquellos trágicos accidentes no debieran ser obstáculo para nuestros acuerdos, ahora que las condiciones políticas han madurado tan notablemente, después del suceso del 11-M.

Nada importante, pues, se opone, si miramos la situación con espíritu abierto, a una colaboración entre ustedes y nosotros con vistas a una alianza estratégica que aleje para siempre el peligro de la reacción. Quisiéramos, por último, hacerles conscientes de que la extrema derecha, aunque básicamente derrotada, sigue siendo un enemigo temible, y podría darnos sorpresas desagradables si no sabemos distinguir todos cuáles son nuestros auténticos intereses, poniendo en segundo plano los motivos de discordia entre nosotros, secundarios a fin de cuentas.

Con un saludo cordial,
El Gobierno del Estado español."

¿Qué describe mejor la realidad, este discurso imaginario o las engañifas oficiales?

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