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Larry Elder

Kyoto y el calentamiento Gorebal

Los legisladores tienen ante sí problemas inmediatos, predecibles, previsibles y, especialmente en el caso de Irán, serios y apremiantes. Pero perdemos tiempo, dinero y energías lidiando con hipotéticas "calamidades" como el calentamiento global

Estimado Larry,

Soy demócrata, y disfruto con su trabajo. Y estoy muy frustrado por aquellos en la izquierda que no hacen sino quejarse y andan faltos de hechos.

Esto me lleva al motivo de esta carta: el calentamiento global.

El debate del calentamiento global es único para la humanidad. Si aquellos que defienden que hay que esperar y convencer a más científicos se equivocan, seguir su consejo puede afectar a cientos de millones de personas, con probablemente muchos muertos a causa de hambrunas e inundaciones. Por otra parte, si las personas que defienden hacer algo se equivocan, el peor daño es principalmente económico. Ese es un precio que estoy más que dispuesto a pagar al hacer mi apuesta a cambio de proteger los millones de vidas en peligro, así como los ecosistemas y las especies animales que afrontan la extinción. Seguir el consejo de la gran mayoría de científicos de la atmósfera en el mundo suena como una apuesta que todos los seres humanos deberían hacer.

Ph.D.

Estimado Ph.D.,

¡Al fin avanzamos algo! Al menos no dice usted, como hace Al Gore, que el debate del calentamiento global en la comunidad científica "está zanjado". Tampoco afirma, como hace Katie Couric en la CBS, que "todos los expertos están de acuerdo". El debate no está zanjado, ni todos los expertos están de acuerdo.

Usted sugiere que si los científicos se equivocan, lo peor que puede pasar se reduce a perder un poco de dinero. No, lo peor que puede pasar es perder muchísimo dinero, retrasar el crecimiento económico, perder empleos y debilitar las pensiones; y todo esto mientras hace a las naciones, sobre todo las del Tercer Mundo, menos prósperas y, por tanto, menos capaces de lidiar con cualquier perjuicio que pueda tener lugar como resultado del calentamiento global.

Los acuerdos de Kyoto cuestan cientos de miles de millones de dólares, y suponen incrementar la diferencia entre ricos y pobres. Morirán de hambre más personas y los países serán menos capaces, financieramente hablando, de tratar con enfermedades como la malaria, el SIDA, etc. Los fondos dirigidos a combatir el calentamiento global obligarán a gastar menos dinero en crisis inmediatas como las mencionadas. Esto puede redundar en mayor inestabilidad política y más tiranía, con más estados fallidos receptivos a la mentira islamofascista de que las naciones ricas lo son "a expensas de las pobres".

Además, muchos científicos y economistas afirman que la relación coste-beneficio del protocolo está muy descompensada y desvía un dinero que podría dedicarse en otro caso a mejores tecnologías que podrían alejarnos de fuentes energéticas contaminantes, algunas de las cuales proceden de naciones hostiles y políticamente inestables. Esto significa menos dinero para el I+D de la eólica, la solar, la nuclear y otras energías alternativas que no se basan en quemar combustibles fósiles.

La vida implica renunciar a algo a cambio de otra cosa más valiosa. Usted está subestimando el coste al tiempo que sobreestima el beneficio. Los "medioambientalistas" como Rachel Carson, autora de Primavera silenciosa, ayudaron a crear la histeria que proscribió el DDT. ¿El resultado? El retorno de la malaria y millones de muertes innecesarias.

Kyoto ya fracasa a la hora de cumplir sus objetivos en los países europeos que lo ratificaron. Naciones no firmantes como China o la India, por otra parte, pronto serán los mayores emisores de dióxido de carbono. Ninguna nación ha cumplido o probablemente cumpla Kyoto. De modo que cualquier beneficio –y de nuevo muchos científicos esperan beneficios nimios, si es que hay alguno, post-Kyoto– se verá superado por las emisiones de países como la India o China.

¿Y por qué ha de ser el Estado quien nos imponga una solución por ley? El Toyota Prius atrajo la atención del público no tanto por que el Gobierno incentivara su compra como porque la compañía proporcionó un producto que el consumidor deseaba. Cuanto más próspera es una nación, más ciudadanos pueden permitirse exigir medios de producción "limpios". Las naciones pobres afrontan problemas más graves, como alimentar a la población y proporcionar techo y otros servicios básicos. Ahora mismo, ni China ni la India se pueden permitir el lujo de dar más importancia a las políticas "verdes" que a la comida, la vivienda o la ropa.

El medio ambiente, al igual que las personas, se adapta. Ahora mismo, los empresarios gastan miles de millones en tecnologías "alternativas" mientras suben los precios, tanto políticos como económicos, de los combustibles fósiles, al tiempo que el precio de los combustibles "verdes" baja. Estas cosas llevan tiempo. Hasta algunos de los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) dicen que es demasiado tarde para invertir el calentamiento global. Si es así, qué se le va a hacer. En cambio, otros esperan que "el daño" se materialice dentro de siglos, lo que nos da muchísimo tiempo para cambiar o adaptarnos.

Especular acerca de cosas como el calentamiento global elimina de nuestra atención las amenazas directas e inmediatas. Irán, por ejemplo, quiere la bomba. Si la utiliza –y amenazan con hacerlo– imagine el daño medioambiental para el planeta, por no mencionar la pérdida de vidas humanas del rango de un genocidio. ¿Percibe que alguien se esté dando prisa en solucionarlo?

Pronto los hijos del baby boom pasarán a estar a cargo de la Seguridad Social y Medicare, lo que obligará a incrementar sustancialmente los impuestos sobre los trabajadores más jóvenes con el fin de permitir a los del boom las mismas prestaciones disfrutadas por sus padres y abuelos. ¿Ve usted que nuestros políticos intenten solucionarlo?

Los legisladores tienen ante sí problemas inmediatos, predecibles, previsibles y, especialmente en el caso de Irán, serios y apremiantes. Pero perdemos tiempo, dinero y energías lidiando con hipotéticas "calamidades" como el calentamiento global en lugar de encargarnos de las amenazas del mundo real en el momento actual.

Se la ha jugado usted al calentamiento global. Sólo espero que sigamos vivos para poder ver la apuesta.

Larry

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