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Francisco Capella

Anciana oprimida

Muchas mujeres han sufrido y sufren agresiones y represión, y en muchos sitios no son iguales a los hombres ante la ley, pero eso no significa que todas las mujeres puedan hacerse las víctimas de los daños sufridos por otras.

María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno, no se conserva mal para su edad, aunque esta resulte poco creíble según sus propias declaraciones. "Durante siglos, las mujeres hemos sido relegadas a la invisibilidad pública, limitadas al espacio doméstico y privadas de toda autonomía". Como la primera persona del plural incluye al hablante, resulta que lleva siglos (o sea, doscientos años o más) sufriendo la invisibilidad doméstica y la heteronomía. Sufrimiento que tampoco parece muy creíble en alguien que ha sido funcionaria, política y gobernante casi toda su vida: tal vez su empatía le hace sentir el dolor que ella misma causa a las abundantes víctimas de su coacción política, que son tanto hombres como mujeres. Respecto a lo doméstico, tal vez deba quejarse a sus progenitores y parejas afectivas. Con "frecuentemente exaltadas como objeto puramente estético" seguramente tampoco se refiere a sí misma.

No es raro en un colectivista confundir intelectualmente la parte por el todo. Muchas mujeres han sufrido y sufren agresiones y represión, y en muchos sitios no son iguales a los hombres ante la ley, pero eso no significa que todas las mujeres puedan hacerse las víctimas de los daños sufridos por otras. La justicia no consiste en que unas mujeres no agredidas se beneficien porque otras mujeres distintas fueron o son agredidas; la justicia consiste en identificar a los agresores y obligarles a compensar a sus víctimas, sin que paguen justos por pecadores.

Ignorante profunda de economía y ética, De la Vega protesta con demagogia y cinismo por las "tasas de desempleo superiores a las de los hombres, salarios más bajos, escasa presencia en los puestos de responsabilidad, mayor precariedad laboral". Los salarios más bajos no se deben a sueldos distintos por la misma productividad (si fuera así los empresarios serían tontos si no contrataran sólo mujeres más competitivas); la escasa presencia en puestos directivos tal vez se deba a decisiones libres de muchas mujeres que prefieren dedicar menos tiempo y esfuerzo a su profesión y más a su familia; y el mayor desempleo y precariedad quizás se deban a las regulaciones laborales que presuntamente las protegen pero que lo que realmente consiguen es asustar a sus potenciales empleadores.

No le gusta a De la Vega que las mujeres soporten la carga principal de conciliar actividad profesional y familiar; no está de acuerdo con las decisiones libres que se tomen dentro de cada familia, así que va a corregirlas mediante herramientas políticas: multas y prisión para los malos, subvenciones con cargo al fisco para los que se porten bien. Como intervencionista aspira a la igualdad total, no ante la ley sino mediante la ley, y quiere más derechos políticos y sociales, es decir, violaciones socialistas de derechos de propiedad.

Según el principio de presencia equilibrada, ambos sexos estarán igualmente representados, no sólo en los órganos y cargos de responsabilidad del estado sino también en los consejos de administración de las empresas privadas. Lo siguiente será que los designen por sorteo. Con total desfachatez pretende que esta ley va a contribuir "al progreso de nuestro país, ya que la equidad de género es una exigencia de principio, es una exigencia ética de justicia, pero también es una política inteligente y rentable desde el punto de vista económico y social". La justicia trata de personas, no de hombres o mujeres, así que cualquier ley que considere el género es automáticamente contraria a la ética; y la política no es una actividad donde brillen precisamente la inteligencia y la eficiencia económica. "Hay quienes han dicho que esta norma es intervencionista... Creo sinceramente que cometen una enorme injusticia". Pobrecita, seguramente es cierto que lo cree sinceramente.

La Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Hombres y Mujeres es efectivamente un paso histórico: un gran hito liberticida que abarca todos los ámbitos posibles. No se corta la vice al reconocer que busca "cambios profundos en pautas de pensamiento", así que actuará en la educación, la creación artística e intelectual, y los medios de comunicación para imponer el principio de igualdad, la paridad y la imagen igualitaria. No contenta con regular los actos de los demás, también quiere inmiscuirse en las mentes ajenas. "Actuando así estamos extendiendo derechos, ampliando los espacios de libertad e igualdad de los hombres y mujeres de nuestro país". ¿Derechos? ¿Libertad? Resulta dudoso que esta señora sepa lo que significan.

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