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EDITORIAL

Un Gobierno que no escucha

Por todo ello es necesario que los españoles hagamos uso de las libertades que nos quedan para detener este proceso de demolición de las instituciones, que tiene de paz la que quiera permitir la mafia de ETA.

La ciudadanía española ha vuelto a salir a la calle para defender a las víctimas del terrorismo. Centenares de miles de personas, provenientes de toda España, sabían que tenían que estar en Madrid, dando su apoyo moral a quienes son doblemente víctimas. Primero del terrorismo y después del desprecio del Gobierno.

José Luis Rodríguez Zapatero se ha arrogado una legitimidad que no le corresponde: la de poner la Constitución y las instituciones españolas sobre la mesa de negociación con ETA. Con ello, le ha otorgado un poder y una legitimidad a la banda asesina que tampoco le corresponde. El Gobierno y ETA han creado la ficción de que tienen la capacidad de hacer borrón de las instituciones españolas, para sustituirlas aún no se sabe por qué.

Zapatero, que está cegado por su oscura ideología progrerradical, ha trazado su plan de acción sin saber atenerse a la realidad de las cosas. Según su plan, se apoyaría en ETA para finar la transición española e instaurar un nuevo régimen que enlazara directamente con la Segunda República, aquella que nació con la voluntad sectaria de dejar al margen a media España. Pero no ha contado con que ETA tiene sus propios objetivos, a los que jamás ha renunciado, y sus propios métodos, que conocemos perfectamente. Y tampoco ha contado con los españoles, la mayoría de los cuales no están dispuestos a observar de brazos cruzados cómo un pacto ilegítimo les roba su democracia. Son muchos los que han salido a la calle a mostrar su oposición a la entrega de España a la banda terrorista; pero son muchos más los que se sienten representados por quienes se manifiestan en defensa de la dignidad de las víctimas y no por este Gobierno.

La situación de Zapatero comienza a ser desesperada. Pero en lugar de escuchar a los españoles, replantearse lo que está haciendo, dar un puñetazo en la mesa de negociación y decir que hasta aquí hemos llegado, Zapatero ha decidido huir hacia delante. Dice que no rectificará, así se manifiesten los españoles en su contra, y pone como excusa "la paz". Es una excusa arcana, como los objetivos e intereses del propio Zapatero, porque no nos ha dicho cuáles son las condiciones para esa paz. Le dice a los españoles: "No nos van a torcer en nuestra voluntad de intentarlo". ¿Nada le va a hacer cambiar? ¿Ni el clamor de millones de españoles a quienes les duele ver a la ETA de tú a tú con su Gobierno? ¿Ni la decisión de la banda asesina de reforzarse para, cuando llegue su momento, redoblar su actividad criminal? No. Nada. El de Zapatero es un Gobierno que no escucha, una camarilla liderada por un iluminado que tiene la intención de suplantar la realidad española, que desconoce y desprecia, por otra surgida de su enferma imaginación.

Por todo ello es necesario que los españoles hagamos uso de las libertades que nos quedan para detener este proceso de demolición de las instituciones, que tiene de paz la que quiera permitir la mafia de ETA. Por ello es tan encomiable la decisión de tantos españoles de no guardar en sus casas su indignación, para mostrarla, junto con la solidaridad con las víctimas, en la calle.

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