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Juan Carlos Girauta

Una tarde barcelonesa

Algunas tardes barcelonesas, recorriendo la calle Fernando, entre Las Ramblas y San Jaime, se aprenden muchas cosas. Vayan a comprobarlo el 11 de diciembre, vayan a tomar conciencia cívica cada día 11. Es aleccionador y necesario constatar quién acude.

Las concentraciones de los peones negros se están convirtiendo en la plasmación de una conciencia cívica que se ha querido ocultar, borrar, difamar, ningunear. Todo a la vez. Saben los liquidadores de la nación y del Estado de Derecho que la conciencia cívica es el principal muro de contención de sus deseos liberticidas, y por eso perseguirán con particular saña cuantas iniciativas redunden en su cultivo y reforzamiento.

Dos cosas destacaré de la concentración de ayer en Barcelona: el encuentro fortuito entre los cuatrocientos peones y los mil convergentes que se manifestaban contra el tripartito, y la feliz presencia entre los primeros de Alberto Fernández. El líder popular en el Ayuntamiento de Barcelona no sólo encara las próximas elecciones con expectativas reales de elevar una presencia municipal ya notable; también va a dar a muchos huérfanos políticos la oportunidad de apoyar a un PPC coherente, un partido que vive y sufre en silencio las salidas de tono de su presidente.

En cuanto a los manifestantes convergentes, se cruzaban con los peones negros en la Plaza de San Jaime como quien ve aterrizar un ovni. Portaban los de Mas unas pegatinas equívocas: la senyera tocada con un lazo negro. Pareció por unos momentos que los nacionalistas catalanes se iban a sumar, en inexplicable mezcolanza, a los bloggers de Luis del Pino. Para nada: su luto ficticio era por la nació, que consideran mancillada con próxima presidencia de Montilla, a quien llaman "español", creyendo que le insultan, y a quien amargaron la que iba a ser una plácida tarde de Liceo.

"Existe una operación sistemática para aislarnos e impedirnos gobernar". ¿Son palabras de Rajoy, de Acebes, de Zaplana? No. La frase es de Artur Mas, que acaso esté empezando a comprender cómo se sienten los populares cuando partidos supuestamente democráticos hacen cosas tan limpias como presentarse ante un notario para sumarse a unos Pactos del Tinell ya muertos y cosechar cuatro votos resentidos mediante el socorrido linchamiento del PP.

"Pues nada, nada, al notario, al notario", soltó Alberto Fernández a un grupo de manifestantes convergentes, que se quedaron, claro, sin palabras. Algunas tardes barcelonesas, recorriendo la calle Fernando, entre Las Ramblas y San Jaime, se aprenden muchas cosas. Vayan a comprobarlo el 11 de diciembre, vayan a tomar conciencia cívica cada día 11. Es aleccionador y necesario constatar quién acude. Y quién no.

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