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UNIFIL 2: Misión imposible

Nuestros socios, que aportan menos que nosotros en términos relativos, se quedan con los mejores sectores para patrullar. Los soldados españoles, gracias a la autoridad que inspira nuestro presidente, tendrán que vérselas con los sirios

El debate en el Congreso de los Diputados sobre el envío de un contingente de soldados españoles al Líbano ha sido el prólogo de un estrepitoso fracaso. Porque en los términos en los que debería desarrollarse cualquier misión no caben ambigüedades, ni conceptos vagos respecto al "uso de la fuerza" y las "áreas seguras", ni fluctuaciones según la conveniencia política; en este caso sí los hay. Porque en cualquier misión debe existir un fuerte vínculo entre el mandato, la misión, las capacidades y los recursos; en este caso no lo hay. Porque en cualquier misión el resultado que se quiere obtener debe ser claro; en esta UNIFIL 2, tampoco lo es.

Lo poco que se sabe es que el gobierno de Rodríguez Zapatero envía ahora a unos pocos infantes de marina, que serán sustituidos en breve por legionarios. ¿Por cuánto tiempo? Ni se atreven a contestar. En principio, tanto cuanto sea necesario para vigilar que Hezbolá no reine en el sur del Líbano. Es decir, una historia interminable que sólo puede acabar de manera sangrienta: cuando Hezbolá ataque e Israel responda a la agresión. Si las tropas internacionales se van, su vacío lo volverá a ocupar la organización terrorista.

Este hubiera sido un buen momento para debatir bajo qué condiciones es aceptable el uso de la fuerza en el sur del Líbano y para qué debiera servir el despliegue internacional. No ha sido así, y la única novedad tampoco se ha dicho en el Congreso. Que nuestros socios, que aportan menos que nosotros en términos relativos, se quedan con los mejores sectores para patrullar. Los soldados españoles, gracias a la autoridad que inspira nuestro presidente de gobierno en el corazón de Europa, tendrán que vérselas con los sirios. El mando de la brigada que le regalan está a su vez envenenado, pues ¿sobre quién vamos a comandar? Ni Francia ni Italia ni ningún otro país importante nos deja a sus tropas.

Se supone que, tras la votación en el Congreso, habría llegado el momento de estar orgullosos de esta misión, aunque esté llena de interrogantes, riesgos e incertidumbres. ¡Es una misión de la ONU y de sus cascos azules! Se había rumoreado que Rodríguez Zapatero se presentaría en el hemiciclo del brazo de Kofi Annan. O al final no se ha atrevido o Annan no se ha prestado a su juego. Ahora que es el momento, según el gobierno, de la memoria histórica, hubiera sido la ocasión ideal para que Annan nos explicara los dos estrepitosos fracasos de Naciones Unidas: Ruanda y Bosnia.

Con unos socios del gobierno siempre al borde del delirio, como un Llamazares diciendo que no estaba de acuerdo en que las tropas de la UNIFIL impermeabilizaran la frontera de Líbano con Israel, de lo que cabe deducir que está a favor de que los terroristas la crucen a sus anchas para matar y secuestrar, dejar que el propio gobierno cargara con la responsabilidad que le compete hubiera sido una opción lógica y deseable. Ahora ya solo cabe esperar que nuestros soldados hagan cuanto puedan y regresen a casa cuanto antes.

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