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Antonio Robles

La escuela de Montilla

Aún hay muchos profesores sensatos que hacen lo que les da la gana, incluso alguno empieza a revelarse y dar las clases en castellano cuando siempre lo había hecho en catalán. Esa Cataluña también existe.

Para el Gobierno socialista de la Generalitat de Cataluña el único problema digno de tener en cuenta en las instrucciones de principio de curso 2006-2007 es que el catalán se consolide como única lengua de la escuela: "Establecer pautas de uso lingüístico favorables a la lengua catalana para todos los miembros de la comunidad educativa y garantizar que todas las actividades administrativas y las comunicaciones entre el centro y el entorno sean en lengua catalana..."

¿Qué quieren decir estos torquemadas? Que los profesores entre sí, los profesores con los alumnos, los alumnos, los profesores y los padres, los padres y el conserje, el cartero que llega a media mañana, el lechero y el traficante de drogas de la esquina, todos, a todas horas, en cualquier momento, han de relacionarse en catalán.

Pero entonces, ¿qué hacer con aquellos alumnos nuevos y sus padres que no sepan catalán? A los primeros se les aparta de las clases normales y se les inmersiona en catalán, incluidos los sudamericanos que podrían seguir perfectamente el curso si tuvieran posibilidad de hacerlo en castellano. Son las clases de acogida, cuyo objetivo es hacer al alumno competente en la lengua propia de Cataluña mientras el resto de contenidos escolares esperan hasta alcanzar ese pasaporte lingüístico. Y a los padres se les pone un traductor para comunicarse con el tutor. Como lo oyen. Ya lo hacían los más radicales pero la estupidez ha llegado a un grado tal que hasta lo dejan por escrito en las instrucciones de principios de curso. La frase entrecomillada anterior seguía así: "...sin perjuicio de que se arbitren medidas de traducción en el periodo de acogida de las familias del alumnado recién llegado". La fuerza legal del Estatuto da alas, como los refrescos en los anuncios.

Las consecuencias ya las hemos denunciado otras veces, ahora se ampliarán. Reparen si no. Traduzco: "Angels Mauné Masoller, directora del centro IES Joseph Pla, hago constar que el 1 de septiembre de 2006, el profesor Francisco Miguel Bravo Bastida se ha presentado al centro IES Joseph Pla para ocupar la plaza vacante de Geografía e Historia de 1 ciclo de la ESO en comisión de servicios, y no he firmado la toma de posesión correspondiente, a la espera de recibir instrucciones del Servicio Territorial de Barcelona, porque el profesor ha manifestado que impartía las clases sólo en castellano.".

Primero: Es legítimo dar las clases sólo en catalán, pero ilegítimo en castellano, a pesar de ser ambas lenguas constitucionales en Cataluña. Ley del embudo, franquismo en estado puro o, si prefieren, racismo cultural sin matices.

Segundo: La directora se toma la licencia de incumplir los preceptos legales en el proceso de incorporación de un profesor con oposición y plaza.

Tercero: Lo de "sólo" en castellano es una disculpa de mal pagador. Importaría poco que hubiera dicho que las da en los dos idiomas. Le seguiría sin cursar el alta, porque el objetivo es la imposición del catalán como único idioma.

Sólo una cosa buena. Aún hay muchos profesores sensatos que hacen lo que les da la gana, incluso alguno empieza a rebelarse y dar las clases en castellano cuando siempre lo había hecho en catalán. Esa Cataluña también existe.

De todos los disparates, el mayor no es que se quiera erradicar el castellano de la escuela, algo que en realidad ya han conseguido, sino que problemas profundos del sistema educativo ni importan ni se mencionan. Se olvidan así del fracaso escolar, el nivel infame de contenidos culturales, la falta de respeto, los brotes de violencia y la agresividad ambiental, el desamparo de profesores y el acoso moral a alumnos, el deterioro del capital cívico que anteriores generaciones escolares tenían, el desprecio por el saber...

¿Qué burra nos quiere vender Montilla con estos hechos? Son disposiciones de su partido, de ahora mismo, cuando al mismo tiempo nos dice todo lo contrario en su campaña electoral. ¿Es esta la hora de los catalanes o de sus catalanistas?

Todo tiene un límite. Nuestros hijos y sus profesores no pueden ser ni un minuto más humillados por un sistema educativo que odia la cultura o la desprecia. Habrá que comenzar a movilizarse. La sociedad civil no ha de permitir tanta infamia.

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