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EDITORIAL

Si no desarman a Hezbolá, mejor en casa

Si las fuerzas de la ONU acuden al país de los cedros sólo para impedir que Israel ataque a los terroristas, pero no a lograr que éstos abandonen las armas, por la fuerza si es preciso, tan sólo conseguirán que la guerra se desate de nuevo.

Esperanza Aguirre ha apuntado cuál debería ser la posición del PP con respecto al envío de nuestras tropas al Líbano. La única razón por la que merece la pena que nuestros militares se jueguen la vida en el extranjero es preservar nuestra seguridad y ayudar a otros países a disponer de paz y libertad. Tras una guerra provocada por un grupo terrorista como Hezbolá, que ha formado un Estado dentro del Estado libanés, la paz en la zona y la libertad de los propios libaneses sólo puede pasar por el desarme del agresor.

El Gobierno lleva escondiendo los objetivos y las reglas de confrontación de las tropas españolas desde que anunció el envío. Ha destacado ya a 24 militares no ya sin aprobación del Parlamento, incumpliendo así la Ley de Defensa que se aprobó el PSOE a sí mismo sin consenso ninguno, sino que tampoco ha contado con el beneplácito del Consejo de Ministros, convidado de piedra de un presidente cada vez más endiosado. Pero pese a que las formas sean deleznables, y hasta es posible que ilegales en este caso, lo importante es el fondo. El Parlamento no debería aprobar el envío de soldados al Líbano sin saber para qué van.

Porque si las fuerzas de la ONU acuden al país de los cedros sólo para impedir que Israel ataque a los terroristas, pero no a lograr que éstos abandonen las armas, por la fuerza si es preciso, tan sólo conseguirán que la guerra se desate de nuevo, pero esta vez más cruenta y con más muertos. Y cada uno de ellos representará la vergüenza de una Europa demasiado timorata como para hacer lo que debe hacerse y demasiado orgullosa como para permitir que lo hagan otros.

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