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De portaaviones a patera

Un régimen democrático ésta es precisamente la pesadilla de cierta izquierda europea, que prefiere sacrificar el futuro cubano con tal de tener una ideología exótica y un burdel de todo a cien con el que seguir atacando a Estados Unidos.

Es de sobra conocido que cuando Fidel Castró tomó el poder denunció que "Cuba era el burdel de Estados Unidos" y anunció su intención de cambiar las cosas. Efectivamente cumplió su palabra; Cuba dejó de ser el burdel de Estados Unidos para convertirse en el burdel del mundo. Desde entonces, con la racista excusa de la peculiar moral sexual cubana, degenerados de cualquier parte del globo han acudido a Cuba a satisfacer unos deseos inconfesables en sus países. Con ahínco revolucionario, Castro convirtió Cuba en el paraíso de las perversiones sexuales occidentales; aún hoy, el régimen esclavista de Castro garantiza la privacidad de los "juegos" secretos de empresarios, periodistas y políticos europeos.

Pero además de arrastrar la dignidad nacional cubana a la altura del bajo vientre, Castro logró en pocos años otro mérito indiscutible; destrozó la economía cubana y la hizo retroceder a la época premoderna. Hoy, con el dictador en estado grave, quienes repiten el dogma de la sanidad y la educación cubana deben primero explicar cómo se puede tener dinero para instrumental médico y educativo si no se tiene dinero ni para dar de comer a los cubanos. Aún hoy, en los medios oficiales, observamos que la peor ceguera es la voluntaria.

Al tiempo que arruinaba Cuba, Castro la convirtió en una nación mendicante de la Unión Soviética. Pese a la propaganda progresista que hoy renace cara al futuro, el interés estratégico de Estados Unidos en Cuba se centró en la peligrosa posibilidad de tener tropas soviéticas a escasos kilómetros de La Florida. La crisis de 1962 puso de manifiesto la debilidad estratégica norteamericana en el caso de que los soviéticos asentaran en Cuba misiles o aviones capaces de atacar sus principales ciudades. A EEUU le preocupaba Cuba en la medida en que podría convertirse con rapidez en un enorme portaaviones soviético en el Caribe.

Pero el colapso soviético interrumpió el sustento cubano, hundió al país aún más en la miseria y motivó la apatía y el desinterés norteamericanos. Eso sí, Castro y la izquierda europea siguieron alimentando el mito de David contra Goliat; pero Goliat miraba estratégicamente hacia otro lado. Y ello porque el portaaviones soviético en el Caribe era ahora una descomunal patera, y a EEUU dejaron de preocuparle los aviones para preocuparle la masiva inmigración ilegal que, en tiempos de crisis, era instigada por Castro contra Estados Unidos. Desde los años noventa, son los cubanos exiliados, la DEA y la Agencia de Inmigración quienes se interesan en Cuba, mientras la gran política norteamericana mira ya hacia otro lado.

Así las cosas, parecen ridículas las opiniones que políticos y medios de comunicación realizan sobre hoy la posición norteamericana respecto a Cuba. La obsesión estadounidense por Cuba desapareció cuando lo hizo el gigante soviético que amenazaba desde Cuba su territorio. Hoy le interesa un régimen democrático, medianamente decente, con el que pactar, comerciar y llegar a los acuerdos normales entre regímenes normales. Pero claro, esa es precisamente la pesadilla de cierta izquierda europea, que prefiere sacrificar el futuro cubano con tal de tener una ideología exótica y un burdel de todo a cien con el que seguir atacando a Estados Unidos.

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