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Amando de Miguel

Nombres raros y curiosos

Alejandro Serrano Palacio presume que mi nombre de pila es un gerundio, "lo cual tiene su miga". Siento quitarle la emoción, pero lo de Amando proviene del francés amand (= almendra), no del verbo amar.

Carlos Resa Nestares proporciona una buena crónica de nombres propios tenidos por extravagantes. Transcribo su estupenda emilia:

Viviendo en México conocí personalmente a Dostoievski, Freud y Lenin. Lo curioso es que los tres eran hermanos, de apellido Posadas, hijos de un cronista de boxeo. En el mismo país también conocí a Martí (no por Martí en catalán sino por José Martí, el héroe cubano) y a sus hermanas Lenia (el femenino de Lenin) y Vietnika (supongo que por algo relacionado con Vietnam). Los dos primeros llegaron a ser diputados autonómicos por partidos de izquierda y la última es escritora. En cuanto a los no conocidos en persona, leí hace años en un periódico hondureño que un mecánico le había puesto a su hija Bujía. Pero esto ya no lo conocí, tan sólo lo leí. Algunos nombres propios más. Conocí a un cubano (de nombre Roney, por un humorista que salía en televisión) que decía tener un hermano llamado Láser, pero no por el rayo sino por una cadena de radio con ese nombre que existía en La Habana. Un colega economista brasileño se llama Julimar, que viene de que sus padres se llamaban Julio y María (o similar). Lo más curioso es que su hermana se llama Julimara. Casos que no he conocido, pero que he oído hablar de ellos: Mi señora, mexicana, cuenta que en el pueblo de su padre había un niño llamado Cigoto. El padre del sujeto había visto el nombre en una farmacia y se lo cascó al niño. Además, en una ocasión leí en el periódico que había un individuo llamado Anivdelarev. El niño nació el 20 de noviembre y su padre pensó que lo que ponía debajo de ese día en el calendario era el nombre del santo del día. En realidad era "Aniv. de la Rev." por Aniversario de la Revolución.

José María Allas Llorente me cuenta que en su pueblo natal, Abades (Segovia) han hecho una recopilación de nombres raros que llevan algunas personas conocidas. Se añade una explicación del nombre. Reproduzco algunas muestras de esa curiosa información:

Después de tantas informaciones sobre nombres raros, habrá que convenir en que no lo son tanto y tienen mucho sentido.

Cristina García se refiere a un médico que se estableció en Ferrol y en seguida adquirió fama porque muchos lo creían griego. Se referían a él como "el Doctor Petacos". No se llamaba así, sino que en su puerta había colocado un cartel: "Peta cos nodelos" (= llama con los nudillos).

Ignacio Frías me cuenta el caso de una compañera de colegio de su madre. La chica se apellidaba Calero. Esa circunstancia no sería reseñable si los padres de la criatura no le hubieran puesto el nombre de Esther. Se colige que la chica fuera objeto de chanzas.

Adriana Gámez aporta una ristra de nombres raros que están presentes en la nómina de sus parientes y amigos: Atanasio, Amra, Tarquino, Enedio, Honorato, Práxedes, Ramsés, Radamés, Escolástica, Catarino, Pompeya, Cristal, Hiram, Dulce Corazón de María, Julito (no como diminutivo), Gildardo. Doña Adriana comenta el caso de un candidato a la presidencia de México. Sus apellidos son Madrazo Pintado. En México "madrazo" es un golpe. Lo más divertido es que el candidato tiene una hermana llamada Dulce. Hay que imaginarse la rechifla: Dulce Madrazo Pintado.

Felicísimo Hernández Alonso arguye lo de calificar algunos nombres de "raros". Él está orgulloso de su nombre, que era el de su padre. A su padre lo llamaban Imo y a nuestro libertario lo llaman Feli, Felisín, Filucho o Filu. No pasa nada. El nombre de Felicísimo bien bonito es y también lo son los hipocorísticos. Uno es como se hace llamar. Por cierto, don Felicísimo me llama "don Miguel". Lo hacen otras muchas personas, quizá por la rareza de Amando. Es un error simpático. Que conste que el adjetivo de "raros" para algunos nombres que aquí se recogen es en un sentido estadístico. Por lo demás, es una ventaja tener un nombre "raro"; da más personalidad.

Alejandro Serrano Palacio presume que mi nombre de pila es un gerundio, "lo cual tiene su miga". Siento quitarle la emoción, pero lo de Amando proviene del francés amand (= almendra), no del verbo amar. Don Alejandro cuenta que el nombre Quirico es muy corriente en su familia. Conoce a un Martín Martín Martín, que "es como decir Martín elevado al cubo". Añade un sucedido onomástico. Era un tal Celedonio, camarero de un bar elegante. Llega una pareja de clientes y el caballero pide: "Mi señora, María Brizar; yo, Carlos III". El Caballero alarga la mano para saludar y dice: "Yo, Celedonio, para servirles".

Ramón Freire Martín (El Rompido, Huelva) cuenta la historia de un tío suyo, de nombre Filopiano. El hombre estaba orgulloso de ser el único español con ese nombre. Hasta que tuvo que ser el padrino del hijo de un amigo. No se le ocurrió otra cosa que poner este nombre a la criatura: "Filapinao Segundo".

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